Rota de dolor. Crudu Viorica se echa a llorar cuando recuerda a su hija, Alina, de 36 años y asesinada hace ahora una semana por su expareja Arthur K., un exmarine holandés de 59 años que se entregó cuando la Guardia Civil ya iba a por él y que relató ante la jueza con absoluta frialdad el crimen. «Alina era muy alegre. Siempre ayudaba a todo el mundo. Tenía un gran corazón», rememora la madre.

Crudu y Ana María Mocanu, cuñada de Alina, han viajado desde Satnoieni, en el distrito de Calarasi (Rumanía), un pueblecito a orillas del Danubio. Asistidas por la abogada Verónica Ene, acudieron ayer al juzgado de Dénia a personarse como acusación particular en la causa por el asesinato. Esta abogada representa a la madre y a la hija de 9 años de Alina. La pequeña vive con la abuela en Rumanía. Mientras, al otro hijo de Alina, de 14 años, lo representa el abogado dianense Alex Rodenkirchen.

Crudu y su letrada también realizaron los trámites para repatriar el cadáver. Todavía pasará una semana larga para que la familia pueda enterrar a Alina en Satnoieni. «El daño que se les ha hecho es irreparable, pero quieren tenerla cerca y poder llorarla», explicó ayer la abogada.

La madre quiso transmitir a través de INFORMACION su agradecimiento al ayuntamiento y a los servicios sociales de Teulada-Moraira, que sufragan parte de los gastos de la repatriación. «También quiero dar las gracias a todo el mundo que está con nosotros. Nos sentimos muy arropados por la gente de aquí. Alina era una persona muy querida», afirmó Crudu.

Ella llevaba aproximadamente un año sin ver a Alina. Hablaba muy a menudo con ella por teléfono. Reconoce que le llegó a decir que se sentía amenazada por Arthur K.

Hacía al menos un mes y medio que había roto con él. El exmarine la agredió el pasado 30 de junio en el piso de Moraira en el que entonces vivían. Un vecino avisó a la policía al escuchar a la mujer pedir socorro. El parte médico recogió que Alina había sufrido un puñetazo en la cara. Pero ella, aterrorizada por las posibles represalias, no quiso declarar en el juicio contra el maltratador, que quedó absuelto.

«Sí, Alina me dijo que tenía mucho miedo de ese hombre», reconoció ayer su madre, que apeló a que las mujeres se rebelen contra la violencia machista. «Debemos salir a la calle. Esto debe acabar ya».

Crudu y Ana María regresan ya hoy a Rumanía. El viaje a Teulada-Moraira también les ha servido para fundirse en un abrazo con el hijo mayor de Alina, que vive en este municipio de la Marina Alta. «Son momentos muy duros y necesitábamos estar con él», indicó su abuela.

Arthur K., que desde el pasado viernes está encarcelado, asesinó en su inmobiliaria de Moraira a Alina. Hace ahora una semana la siguió y la citó en este negocio. Allí le asestó unas diez puñaladas, una de ellas, letal, en el cuello. Esa noche de sábado se fue a dormir. Dejó pasar un día y luego volvió a llevarse el cadáver. Lo arrojó a un contenedor de basura.