Definitivamente, el paradigma de los chalés de lujo ha cambiado. El sector sigue demostrando un músculo envidiable. Tiró del carro incluso en lo más duro de la dura crisis. Y sigue capeando ese gran problema de que el suelo es cada vez más escaso en los acantilados. Pero las promotoras se hacen hueco. Hasta hace poco los arquitectos optaban por las líneas rectas y el hormigón crudo. Era la estética que triunfaba. Ahora, en los acantilados de Xàbia, que es uno de los puntos de la Marina Alta donde este urbanismo de chalés de lujo ha arraigado con más fuerza, ya se observa que los nuevos proyectos son de líneas onduladas. La orografía ha influido en este cambio de modelo. Las parcelas que quedan son muy complicadas. Los chalés se incrustan en la montaña y, para matizar el impacto, se opta por un diseño más sinuoso. Los arquitectos aspiran a mimetizar las curvas naturales del cortado.

El último chalé que responde a este propósito se está construyendo en el acantilado de Ambolo de Xàbia. Ya está prácticamente acabado. Aquí siempre se han tenido que levantar grandes muros para ganar parcela. Esta vez no es una excepción. Pero el arquitecto y los ingenieros se han enfrentado a un terreno que propende a la verticalidad. La solución ha sido la del chalé de fachada ondulada.

Mientras, las promotoras se las siguen ingeniando para encontrar suelo allí donde no lo hay. También en Ambolo se ha derribado ahora un chalé construido en los años 80. En la parcela que ha quedado libre, también de fuerte pendiente, se levantará ahora una vivienda de lujo y de arquitectura modernísima. La vista es excepcional: el mar, la cala de Ambolo y l'Illa del Descobridor.