Gaviones, que son cajones de forma rectangular rellenos de piedras y sujetos con mallas de alambre, para proteger los 35 adosados de Balcón al Mar de Xàbia que se construyeron hace unos 40 años debajo del acantilado. Las lluvias torrenciales de abril que anegaron medio municipio provocaron en esta zona de Xàbia, situada en la agreste costa del Cap Negre y el Cap de la Nau, graves desprendimientos. La calle Pierre Boulez, que es la que lleva hasta las 35 viviendas de las urbanizaciones Azor y Halcón, quedó bloqueada al hundirse el muro de un chalé y quedar su piscina suspendida en el aire. Y en el vial privado que está entre el cortado y las casas de Halcón cayeron grandes rocas. Quedaron a un metro escaso de las casas. Los vecinos (aquí, en temporada turística, habitan unas cien personas) se llevaron un gran susto.

Ahora el ayuntamiento ha dado con la fórmula para evitar nuevos desprendimientos. La Universidad de València ha realizado un estudio de la estabilidad de este acantilado. Ha localizado los puntos de más riesgo de caída de piedras. El consistorio realizará ahora un contrato menor para adoptar las soluciones de ingeniería que propone la universidad. Las obras, dado que la tramitación de un contrato menor no requiere de mucha burocracia, podrían comenzar en un mes.

La solución por la que se apuesta es la de colocar hileras de gaviones en la base del acantilado. Contienen los desprendimientos. Además, el agua de lluvia se filtra entre las piedras de las que están rellenos estos cajones. También se ceñirán los tramos del cortado más inestables con mallas de metal. Una empresa especializada en trabajos verticales será la que colocará las redes de acero.

El departamento de Obras y Servicios de Xàbia, que dirige Kika Mata, también quiere que la universidad realice un estudio del acantilado de la cala de Ambolo. Esta playa lleva clausurada desde septiembre de 2009 por los desprendimientos. Pero las fuentes municipales consultadas ya avanzaron que consolidar este enorme acantilado es muy complicado. Cada vez que llueve con intensidad se produce caída de piedras. Es tremendamente inestable. El ministerio de Medio Ambiente ya instaló hace años redes de acero, pero ni así fue posible frenar los desprendimientos ni garantizar la seguridad de unos bañistas, que pese al evidente peligro, siguen bajando a esta recoleta cala.