La solarización, la técnica que acaba de raíz con las cañas invasoras (Arundo donax), ha llegado al río Girona. La Confederación Hidrográfica del Júcar (CHJ), que día sí y día también recibe solicitudes de los ayuntamientos de la Marina Alta para que desbroce los cañaverales que invaden ríos y barrancos, está colocando plásticos negros en el tramo del Girona que está junto a la balsa circular de Santonja (debajo de los viaductos de la N-332 y la AP-7), en el linde de Beniarbeig y Ondara. Aquí el cañar era enorme y espesísimo. Ahora se ha talado. Pero no basta.

La Arundo donax, originaria de Asia y que figura en la lista de las 100 especies exóticas invasoras más dañinas del planeta, es pertinaz. Los rizomas subterráneos de esta gramínea facilitan que resurja con gran rapidez y vuelva a adueñarse de los cauces.

«Tapizar» de negro la ribera

De ahí que toque experimentar. Y la técnica que mejor resultado está dando para eliminar de raíz las cañas invasoras es la de la solarización, que la CHJ ya ha aplicado en la Marina Alta en tramos del río Gorgos de Benigembla y Alcalalí. Consiste en «tapizar» el ribazo y parte del cauce con telas de plástico negro que se grapan al suelo. Esta alfombra sintética dispara las temperatura en el sustrato edáfico. En días de verano de máxima insolación, se alcanzan debajo de los plásticos hasta 70 grados. El calor abrasa y aniquila los rizomas. No queda ni la más mínima raíz de Arundo donax.

El siguiente consistirá en recuperar en la ribera especies vegetales autóctonas de los entornos fluviales, como álamos, tarays, olmos, frenos, almeces o sauces.

Las cañas invasoras se han revelado tan resistentes que ni siquiera los incendios en los barrancos las erradican. Las cañas arden a toda velocidad y propagan las llamas. Pero luego rebrotan con más fuerza.

La solarización deja, eso sí, una imagen que llama mucho la atención. El río se «plastifica».

La proliferación de cañas ha dado más de un disgusto en la Marina Alta. En la riada de octubre de 2007, la violenta crecida del Girona arrancó una enorme cantidad de cañas. Esos arrastres dificultaron que el agua corriera libre en los puentes y agravaron el efecto destructivo de las lluvias torrenciales.