Es el ocaso del comercio tradicional. Lo explica bien Aurora Puigcerver, la dueña de una de esas tiendas emblemáticas que más pronto que tarde bajará la persiana: «Me encanta mi trabajo. Aquí puedes encontrar mantelerías artesanales y disfruto mucho confeccionando las enaguas de fallera. Son encargos preciosos. Pero no se valora como antes». Aurora ha colocado en el escaparate el cartel de «liquidación por jubilación». Tiene 69 años. Las ventas han caído en picado. Internet también hace mella en el negocio tradicional. El suyo, «Aurora. Artesania de la llar», lleva abierto en la calle Pare Pere de Dénia desde hace más de 20 años.

En la misma acera y a apenas unos metros, otro comercio singular y con historia, «El diván del osito», que igualmente abrió hace más de dos décadas, ha colgado el cartel de «liquidación por cierre». Se especializó en confeccionar ropa «personalizada» para bebés. Las canastillas para los recién nacidos eran un primor. Un regalo especial. Pero las compras por intenet y las grandes superficies también hacen ya inviable este negocio.

La calle Pare Pere, que enlaza la plaza Valgamediós y la Glorieta (pleno centro urbano de Dénia), vivió no hace tanto un gran esplendor comercial. Aquí abrió, como recordó ayer Aurora Puigcerver, la primera Jijonenca de Dénia. Mientras que en Marqués de Campo el comercio era de más alto copete, aquí abundaban las tiendas «de toda la vida», las de pueblo. La calle era todo efervescencia. Había panaderías, ferreterías o mercerías. El primer bazar de electrónica de Dénia, llamado «La pequeña Andorra», también estaba en Pare Pere.

«La calle está ahora muerta», afirmó ayer uno de los pocos comerciantes que resisten. Los negocios que siguen abiertos se pueden contar con los dedos de una mano. Más de veinte locales están cerrados y tienen colocado el cartel de «se alquila».

Los comerciantes de esta calle con los que habló este diario coinciden en que en Dénia se apuesta fuerte por la gastronomía y se descuida el tejido comercial, que es el que hace pueblo. Las tiendas animan a vivir en los centros históricos y urbanos. Mientras, los bares y restaurantes y, sobre todo, sus terrazas empujan a los vecinos a huir del bullicio y mudarse a zonas residenciales (urbanizaciones y extrarradio) donde pueden descansar y dormir a pierna suelta. El pequeño comercio es un antídoto contra un problema que sufren los municipios del litoral de la Marina Alta, el de la despoblación de sus calles con más historia.

En Dénia, el señorial Carrer Major, que es paralelo a Pare Pere y a Loreto (este último, peatonal, es uno de los rovellets de la gastronomía y Zona Acústicamente Saturada por el exceso de ruido), no cuenta ni con un comercio.

Y ahora los últimos empresarios que se resisten a bajar la persiana advierten de que las obras de reurbanización que va a acometer el ayuntamiento en Pare Pere, las plazas Valgamediós y Tenor Cortis y el Carrer Major, todavía van a asfixiar más a los escasísimos comercios que aguantan. «Cuando entren las máquinas, se acabó. Será la puntilla», expresó un comerciante que ya ha arrojado la toalla: liquida y cierra en un mes.