Es uno de los símbolos más potentes de que en la Marina Alta el agua es indomable. Se la intentó contener. Y no hubo forma. Escapó por grietas invisibles. La presa d'Isbert, en la Vall de Laguar, es una curiosa obra de ingeniería. El fallido proyecto de embalse se ha convertido en los últimos años en un imán turístico. Los senderistas se colaban por un boquete abierto en la valla de metal. Entraban en el pasillo excavado en la piedra y llegaban hasta el talud de la presa. Había inconscientes que saltaban la valla y subían por las precarias escaleras de metal hasta la coronación del embalse. Hay una caída de 21 metros. Incluso cuando se mira desde abajo, da vértigo.

La Confederación Hidrográfica del Júcar (CHJ) ha blindado la presa. Ha querido poner coto a la curiosidad. Ha reforzado la valla de metal y ha cerrado el coladero. Se había corrido la voz (con las redes sociales ya no hay secretos) y cada vez eran más los excursionistas que se metían en el pasillo abierto en la piedra, tramo que ya forma parte de la instalación de la presa en sí.

Además, cuando llueve con intensidad y la presa deviene furiosa catarata (el agua del río Girona llega aquí con gran fuerza tras atravesar el cañón del Barranc de l'Infern), es cuando acuden curiosos a tomar fotografías y hacer videos del espectáculo. Basta con escuchar el fragor del agua para que tiemblen las piernas.

El cerrojazo no evitará que los intrusos se las ingenien para saltar la valla. Pero al menos se pone freno al tirón de la presa. Ahora quienes quieran echarle un vistazo a esta sorprendente construcción tendrán que caminar por el lecho del río. Allí abajo sorprende lo angosto del cañón y el enorme agujero que esa cascada que se forma cuando hay lluvias torrenciales ha abierto en el cauce.

Otro de los atractivos de esta ruta es el de atravesar el túnel que en su día se abrió para construir la inútil presa d'Isbert.

A finales del siglo XIX, los ingenieros creyeron que sería fácil embalsar el agua aquí donde acaba el cañón del Barranc de l'Infern. Empezaron a dar forma a un proyecto que tardó en salir adelante. Las obras se llevaron a cabo entre 1928 y 1944. El talud sube 21 metros y su anchura oscila entre los 4 de la base y los 9 de la coronación. La Marina Alta domeñaba el agua del río Girona. El embalse se llenó, pero a los pocos días estaba seco. El agua se filtraba por las rocas calizas. En 1954, se intentaron impermeabilizar el suelo y las paredes. Nuevo fracaso.

Algún día se podrían tomar medidas de seguridad para hacer la presa visitable. Es un monumento a la soberbia humana. La naturaleza es incontenible.