Dormían plácidamente y ella, Luisa, entreabrió los ojos y vio la luz de la linterna de un móvil. Pensó que era su madre, que vive cerca. «¿Qué pasa, mami?», masculló. Y en ese instante uno de los ladrones encendió la luz y Luisa y su marido, Ferran, de 30 y 32 años y que acaban de ser padres (la niña tiene un mes), descubrieron, aterrorizados, que seis intrusos, armados con dos escopetas, palos y patas de cabra y que llevaban el rostro cubierto con máscaras blancas de plástico, rodeaban su cama. «Manos arriba y al suelo», le ordenó uno de los ladrones a Ferran, a quien otro de los delincuentes le propinó una patada en el rostro. A continuación, lo maniataron con una brida. Y lo encañonaron con dos escopetas.

«Pasé mucho miedo por mi hija que hace un mes que ha nacido y por mi mujer. Me dijeron que si no cooperaba lo iba a pasar muy mal. Lo que quería es que se marcharan cuanto antes», relató ayer a INFORMACIÓN Ferran, a quien los ladrones le dieron más patadas en el pecho, la espalda y la cabeza.

La familia está en estado de shock. El robo ocurrió en la madrugada del miércoles al jueves. Sobre las cuatro de la mañana, los ladrones irrumpieron en la casa por una puerta que da al jardín y por la que se accede a la cocina. La forzaron con una pata de cabra. La vivienda está en la partida Madrigueres Nord, junto a la primera rotonda de la carretera de entrada a Dénia.

Los delincuentes, de entre 20 y 25 años y de origen marroquí, según ha relatado el matrimonio a la Policía Nacional, se colaron con sigilo. Llegaron en una furgoneta que habían robado en l'Alfàs del Pi. Mientras, las escopetas las sustrajeron en Oliva.

A Ferran y Luisa no se les va de la cabeza el recuerdo de las máscaras blancas. Los ladrones le exigieron al marido que les dijese donde estaba la caja fuerte. La saquearon. También rebuscaron en las habitaciones. Se llevaron joyas. La familia no tenía dinero en efectivo en casa. Los delincuentes llegaron a decirle a Ferran que los iba a acompañar a un cajero. Luego intentaron hacer sin éxito un butrón para colarse en el estanco paredaño. Las paredes de esta casa son de robusta piedra y los cacos pronto desistieron.

Finalmente, le ordenaron que les diera las dos llaves del flamante coche, un Audi modelo ranchera, que la familia se compró hace dos meses, antes de que naciera la niña. Ferran sospecha que los ladrones iban sobre todo a por el automóvil. Que se llevaran las dos llaves significa que quieren colocarlo en alguna red de venta de coches de alta gama robados.

También exigieron al matrimonio que les entregara los móviles. Dijeron que era para asegurarse de que no llamaban rápidamente a la policía. Luisa replicó que en la memoria de los teléfonos están todas las fotos de la recién nacida. Los ladrones aseveraron que los dejarían en las inmediaciones. Pero no han aparecido. Al matrimonio le ha dolido tremendamente que les «robaran» esos recuerdos.

Cuando los delincuentes se marcharon, Ferran se liberó de las bridas. Él y su mujer avisaron a la Policía Nacional, que acudió a toda prisa. Varios de los ladrones ya habían puesto tierra de por medio en el Audi. Pero los que huían en la furgoneta sí se toparon con la patrulla policial. Abandonaron el vehículo y escaparon a la carrera por los huertos de naranjos. Dejaron desparramados objetos sin mucho valor que habían robado y las inquietantes caretas de plástico blanco. La Policía Nacional ha tomado huellas y va detrás de esta banda. La investigación se ha bautizado como «operación máscara».