El cabo de Sant Antoni de Xàbia es una atalaya perfecta para vigilar el litoral. Pero también es el lugar ideal para instalar un observatorio ceraunológico (de rayos). Las tormentas eléctricas son aquí tan potentes que los electricistas a menudo tienen que acudir a los chalés de la urbanización de la Cuesta de San Antonio a reparar las instalaciones eléctricas, dañadas por la sobretensión de los rayos.

El radar del SIVE (Sistema Integral de Vigilancia Exterior), que se instaló en 2009 en este cabo (está junto al faro), no se ha librado de las tormentas eléctricas. Los rayos lo han fundido en más de una ocasión. Hace unos días, cuando el ministro de Ciencia, Innovación y Universidades, Pedro Duque, visitó junto al alcalde de Xàbia, José Chulvi, el faro, el radar no daba vueltas; estaba tieso. Duque se interesó por esta instalación. Y ya le comentaron que los rayos la «fulminan».

En los últimos días, en cambio, este radar, que es clave para detectar pateras y lanchas de droga, sí está en marcha. Los técnicos lo han reparado por enésima vez.

Esta antena de 40 metros de altura está equipada con un sensor de radar que detecta embarcaciones a una distancia de 40 millas (74 kilómetros), con cámara de video y con otra cámara de infrarrojos de visión diurna y nocturna. El radar está a más de 200 metros sobre el nivel del mar. Es un ojo que todo lo ve. Pero los rayos lo ciegan. Las tormentas eléctricas se han convertido en una amenaza recurrente.

En los últimos meses han llegado a Xàbia (a Ambolo o el Portitxol) pateras que estaban en el radio de acción del radar del SIVE. Pero no se las detectó hasta que tocaron tierra. La ubicación de la antena es la mejor posible. El cabo de Sant Antoni es, probablemente, el punto de la costa valenciana desde el que se puede controlar más trecho del litoral. Pero a los expertos se les escapó ese pequeño detalle de las tormentas eléctricas. Los rayos dañan cada dos por tres esta avanzada tecnología (lo más sofisticado es la cámara de infrarrojos; capta imágenes de alto contraste y se la supone «inmune» a las inclemencias meteorológicas).

La visita del ministro al faro se ha revelado tremendamente efectiva. El radar no daba señales de vida y ahora sí que gira. La antena de vigilancia amenazada por los rayos se ha vuelto a poner en marcha con la rapidez del relámpago.