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Los matrimonios en el siglo XVI en Xàbia, un «ascensor» para llegar a la nobleza

Un experto en paleografía descifra la capitulación matrimonial con la que los Sapena «conquistaron» el señorío de Tormos

El historiador y experto en paleografía, Miquel Almenara, junto a Antoni Espinós, de Cirne. a. p. f.

Xàbia recupera la memoria con legajos indescifrables. Para casi todos. Pero no para los expertos en paleografía. El historiador y experto en filología clásica y paleografía Miquel Almenara ha transcrito e interpretado un legajo de 1554 adquirido por la Fundació Cirne y que es pura historia social y económica. A priori, sería difícil barruntar que este documento, de capitulaciones matrimoniales (el arreglo de una boda, vamos), desvelara tanta historia. Pero sí. El acuerdo matrimonial es un filón. Los Sapena, una ilustre saga de Xàbia que pagó parte de la construcción de la iglesia gótica de Sant Bertomeu, emparentaron con una familia de más señorío. Joan Sapena casó a su hijo Joan Agustí con la doncella Anna Gerònima Villalba i Vives, señora de Tormos, lugar de vasallos moriscos, que formaba parte de las baronías de Orba y Laguar y pertenecía al conde de Oliva (la alta nobleza de los Centelles).

Miquel Almenara explicó que las capitulaciones, un contrato en toda regla, dejan por escrito lo que cada uno aporta al matrimonio. Para los Sapena ese matrimonio supone subirse al «ascensor» nobiliario, «conquistar» el título de señor. La esposa aporta como dote ese empujón nobiliario. Y eso no se paga con dinero. ¿O sí?

Almenara reveló que el documento también indica que el señorío estaba hipotecado. Y el beneficiario no era otro que Joan Sapena, quien al casar a su hijo no hacía otra cosa que cobrarse la deuda. El matrimonio fue, a las claras, de conveniencia. Ni pizca de amor. Los cónyuges, apuntó el historiador, murieron sin descendencia. La saga de los Sapena, hasta entonces nobles de tercera, subió peldaños en el escalafón de la alcurnia.

Otras ramas de la familia también medraron. El jurista Gàspar Sapena i Pujades llegó a regente del Consell d'Aragó en la corte de Felipe II. Mientras, Gàspar Joan Sapena fue maestro de campo (equivalente a general) en los Tercios de Flandes. Murió en la batalla de Nieuwpoort (1600). El San Pío V conserva un retrato suyo de la escuela de Ribalta.

Estas capitulaciones matrimoniales, fechadas el 28 de septiembre de 1554, las validaron como notarios Balthazar Miralles y Juan de Urteaga, hermano este último de Domingo, el picapedrero que dirigió las obras de la iglesia gótica de Xàbia y que también trabajó en la Lonja de València.

El legajo es, por tanto, una fuente directa de la historia. Más que eso. Es un manantial.

El secretario de la Fundació Cirne, Antoni Espinós, subrayó ayer lo necesitada que está Xàbia de rescatar documentos sobre su pasado. El municipio no tiene archivo histórico. «Al recuperar estos papeles estamos trazando una historia que no está escrita», indicó Espinós, que destacó la gran aportación de Almenara, quien ha investigado a fondo este legajo matrimonial y ha dibujado todo un árbol genealógico de una de las sagas con más abolengo del municipio.

La Fundació Cirne ha adquirido también otros dos legajos del siglo XVII de las torres vigías. Explican el miedo cerval de los cristianos viejos a que los moriscos volvieran a por lo que era suyo. Pero esa es otra historia.

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