A Víctor Goikoetxea se le quedan pequeñas las definiciones. Se le considera un pintor figurativo contemporáneo. Pero explora nuevos territorios, como el de la escultura, también, por supuesto, monumental. Y también se atreve con los retratos, íntimos y que captan la esencia del personaje. En la exposición que ayer inauguró en la Casa del Cable de Xàbia, hay varios retratos de vecinos del municipio que arrojan mucha más verdad que una fotografía.

En todas esas facetas se maneja con precisión y talento, pero el espacio en el que Víctor Goikoetxea se siente más a sus anchas es el «ilimitado» del mural. Las grandes obras no tienen para él secretos. Dota a sus pinturas incluso de sentido narrativo. En Xàbia, ha encontrado mucho que contar. «Aquí hay muchas historias para plasmar en murales», afirmó ayer.

El artista tiene mucha mano a la hora de reflejar las vivencias de los personajes que le encargan murales para sus casas o empresas. En la muestra de la Casa del Cable, está el boceto de un mural para los dueños de la inmobiliaria Rimontgó, especializada en villas de lujo. Aparece el fundador, un visionario. La obra «narra» el viaje que hizo a finales de los 60 en un Seat 850 a Estocolmo. Cruzó Europa para vender en la capital sueca chalés.

Víctor Goikoetxea ha trabajado en medio mundo. Sus murales rescatan la memoria de los lugares en los que pinta.

La exposición que inauguró ayer es la primera que hace en Xàbia. No será la última. Ya le dijo al concejal de Cultura, Quico Moragues, que empiece a reservarle sala para una gran muestra en verano. El edil se mostró encantado de tener en Xàbia a un artista de la magnitud de Goikoetxea, a quien el paisaje local le inspira. Es magnífica la obra de la chica sentada en una habitación acristalada. Detrás de ella, está La danza, de Matisse, y enfrente el mar y los acantilados de Xàbia.