La ermita de Sant Joan de Xàbia, de conquista y convertida en 1817, cuando en el terreno adyacente se creó el viejo cementerio (se dejaron de hacer enterramientos en 1988), en capilla funeraria, ya ha empezado a convertirse en un museo que da a conocer los ritos mortuorios de los siglo XVIII y XIX en Xàbia. La cosa tiene su punto tenebroso. Pero las tumbas y la concepción del más allá dan muchas pistas sobre la sociedad y la vida.

Ahora el departamento de Cultura y el Museo Soler Blasco han colocado en el interior de la ermita, donde en una excavación arqueológica hace años se hallaron 30 tumbas excavadas en el suelo (19 de adultos y 11 de niños), los antiguos plafones funerarios de cerámica, también recuperados de esta capilla y del camposanto y ahora restaurados. Son del siglo XIX. Están decorados con símbolos relacionados con la muerte y contienen poéticos epitafios.

Una de estas estelas funerarias reza lo siguiente: «En torno a esta tumba silenciosa/ se agrupan virtudes confundidas/ de una madre modelo y fiel esposa/ que abandonó las playas corrompidas/ de esta patria mundana y transitoria/ para arribar al puerto de la gloria».

Todos los plafones se han colgado ahora en las paredes de la ermita excepto uno, el de mayor tamaño, colocado junto a una de las tumbas y dispuesto como debió estar originariamente.

Quienes visiten el próximo 1 de noviembre el antiguo cementerio de Sant Joan (un lugar hermoso y silencioso) podrán también entrar en la ermita. Estará abierta ese día al público. Y la intención del ayuntamiento es convertirla en un museo de los ritos funerarios de los siglos XVIII y XIX.