El mercado inmobiliario se ha convertido en un gran bazar. Un inversor con posibles puede comprarse ahora mismo en Xàbia una discoteca en el Montgó («Hacienda»), una lujosa mansión colgada del acantilado con un puñado de habitaciones y permiso para un helipuerto (se construyó con licencia de hotel y ahora se vende por 12,5 millones) o un palacete de la burguesía de la pasa. Hay para elegir. También está a la venta por 5,5 millones de euros una pinada de 108.000 metros cuadrados que linda con el mirador de la Falzia (se asoma al Portitxol y el Cap Negre). Es un terreno virgen que queda a un paso del acantilado. Pero lo curioso de esta «ganga» no es su situación (privilegiada, sin duda), sino que con el terreno se vende también un proyecto para construir un hotel singularísimo. Explora el concepto ahora de moda del «glamping», un alojamiento a medio camino entre el hotel y el camping. Los autores del proyecto lo definen como hotel «landscape» (paisaje). Los clientes no se hospedan entre cuatro paredes. Lo hacen en plena naturaleza.

El proyecto se presenta como ecológico. Consta de unas 20 «cédulas habitables». Son habitaciones desmontables que no tocan el suelo. Se inspiran en los palafitos. El módulo reposa sobre una estructura de pivotes.

Esas «cédulas» se colocarían en los claros del bosque (no los hay apenas ya que la pinada es espesísima). En el proyecto, se indica que este método de construcción no causa impacto en una costa de gran riqueza ecológica y paisajística. También se precisa que se preserva la Infraestructura Verde del Litoral Valenciano. Las habitaciones palafito no «pisan» la flora. Los artífices de la idea abundan en que los clientes podrán admirar los endemismos botánicos y recorrer las sendas de este litoral.

No es el primer proyecto que se presenta en este codiciado suelo, urbanizable en el PGOU de 1990 y que se protege en el nuevo plan estructural. Hace unos años el arquitecto Jorge Bas Vall diseñó un hotel de lujo que coincidía con el de las «cédulas» palafito en que las habitaciones eran módulos aislados y dispersos por el bosque. Pero aquellas construcciones, de 9,5 metros de alto, estaban coronadas con unas refulgentes cúpulas doradas con forma de bulbo. El proyecto tenía un punto de extravagante. No prosperó.