El tirón de las calas y del turismo activo obliga a cambiar los protocolos de vigilancia del litoral. La Cruz Roja de Xàbia hace tiempo que lo tiene claro. «El 80 % de los rescates los hacemos en los acantilados y el litoral de rocas», expuso ayer Javier Server, coordinador de playas junto a Alberto Tenreiro. Server lleva ya 13 veranos al pie del cañón (de la costa, claro). Ha visto cómo han cambiado las costumbres de los bañistas. Ahora, asegura, están más concienciados y respetan la bandera roja. Es evidente que ha hecho efecto que hace un par de veranos la policía de Xàbia multara con 750 euros a los turistas que desobedecían a los socorristas y se metían en mar revuelto. Pero sí. Esta temporada los bañistas se han comportado.

La Cruz Roja ha realizado entre el 1 de junio y el 29 de septiembre 2.405 asistencias sanitarias. Otros veranos han llegado a las 6.000. La bajada responde a que no han llegado a las playas bancos de medusas (sólo el 15 % de las atenciones han sido por picadura de estos invertebrados marinos). La mayoría de las asistencias corresponden a heridas, contusiones, picaduras de pez araña y patologías térmicas.

Durante la temporada no ha habido ningún ahogado. Pero en el mar, como saben bien los responsables de la Cruz Roja, nunca se puede cantar victoria. Ayer falleció en la playa del Arenal de Xàbia un bañista de 75 años. Ya no había socorristas que lo pudieran atender al instante. Todo apunta a que sufrió un infarto.

La costa de Xàbia, abrupta y con recónditas calas que ya han dejado de ser secretas (están de moda), esconde no pocos peligros. La Cruz Roja ha efectuado 145 rescates. En la playa del Arenal, los socorristas asistieron a 82 bañistas en apuros. Server incidió en que han tenido que sacar del agua a numerosos menores que no estaban controlados por sus padres. Esta playa, la más familiar de Xàbia, presenta corrientes que los socorristas ya saben descifrar. Además, este año las lluvias torrenciales de abril modificaron la topografía sumergida del Arenal y la dinámica ha variado un tanto. Ha sido frecuente que se prohibiera el baño en los tramos donde se forman esos flujos que dificultan a los bañistas nadar hacia la orilla.

Mientras, los 47 rescates más peliagudos, aquellos en los que la intervención de los socorristas ha sido vital, se han desarrollado en calas sin vigilancia, en el tramo costero clausurado por desprendimientos de Ambolo y en playas con vigilantes pero antes o después de que comenzara el servicio.

El auge del turismo activo (psicobloc, que es la escalada en los acantilados, buceo o kayak) incide en que aumenten los accidentes. Es inevitable. La Cruz Roja ha realizado 16 intervenciones vinculadas a lesiones traumáticas producidas por la práctica de estos deportes.

El salvamento en las playas de Xàbia es una disciplina muy particular. El ayuntamiento debe realizar una nueva contratación para el próximo verano. La Cruz Roja ya plantea mejoras imprescindibles como la de realizar un curso de rescate en zonas rocosas y acantilados y reforzar que los socorristas transmitan respeto al medio ambiente. Server convino ayer que en estos años se ha notado un incremento del plástico en el mar. Este pasado verano los socorristas también salvaron a tortugas que habían quedado enredadas en plásticos.

Y otra singularidad de la vigilancia en Xàbia es que hay bañistas que van a las calas con anteojeras. No miran ni las vallas ni los carteles de clausurado (en Ambolo). A veces no llevan ni agua. Su brújula son las fotos de Instagram y las redes sociales. No saben donde se meten.