«Tenemos la mejor uva del mundo, pero también es la más olvidada». Lo dice María Rosa, de la empresa Buigues de Teulada, fundada en 1965 y una institución del moscatel. María Rosa compone con maña una de las cajas de uva de moscatel que viajará a los mercados de Madrid, Barcelona, Oviedo, Bilbao o Zaragoza. También dirige una cuadrilla de estisoradores, un oficio tradicional en trance de desaparecer. En los almacenes de Teulada todavía se ven estos días grupos de mujeres que cortan a tijera los granos más feos de los racimos. «Se está perdiendo. No hay relevo generacional. La uva se paga muy mal. Sólo que se pagara a la mitad de cómo se vende a los consumidores sería fantástico», explica María Rosa.

Además, no ha sido un buen año para el moscatel. El calor, quizá el cambio climático, ha provocado una merma en la cosecha en la Marina Alta. Y esta variedad de uva no escapa a esa tendencia general de que a los agricultores se les pague una miseria por su producción.

«Nuestro moscatel es una 'delicatessen'. Y el trabajo de recogerlo, de 'estisorar' y de ponerlo en las cajas se hace todo a mano. Tenemos un producto excepcional», subraya esta jefa de cuadrilla de estisoradores. Estas mujeres empezaron a modelar los racimos a finales de agosto y el trabajo se prolongará hasta finales de septiembre. «Es una faena de gusto y de maña. Yo la he hecho desde pequeña. La gente joven no está por la labor, pero porque no hay estímulos en el campo. Los cultivos se están abandonando», afirma María Rosa.

Sí, la edad media de las cuadrillas de estisoradores es elevada. El oficio está en declive. Por otra parte, es un trabajo absolutamente integrador. Las vecinas de Teulada que aprendieron de sus madres y abuelas han enseñado a mujeres llegadas de Marruecos o de Colombia. Estisorar refuerza los vínculos sociales.

Este oficio era tradicional en toda la Marina Alta. Benissa ha reivindicado que sirvió para que las mujeres tomaran conciencia laboral. El Poble Nou de Benitatxell también rendirá homenaje a la estisoradores en su Festa del Moscatell. Dénia, la ciudad creativa de la gastronomía de la Unesco, igualmente ha difundido esta labor agrícola en su Mercat Municipal. Pero es en Teulada donde, de verdad, este oficio sigue vivo.