Llegar a la playa del Blay Beach, el tramo más erosionado del litoral dianense (forma parte del litoral de les Marines), es un tour de force. Una carrera de obstáculos, vamos. La playa es un pedregal imposible. La calle del Mero, uno de los accesos más utilizados por los bañistas, algunos de ellos de avanzada edad, acaba en un escalón peligroso. Los bañistas ponen el pie con mucho tiento. Las piedras de abajo se mueven. Han ideado un sistema que les da cierta seguridad. En un extremo, hay una cadena. Se agarran a ella y así bajan a la playa. Pero también lo hacen con precaución. Afirman que más de un bañista ha resbalado y se ha ido al suelo. De hecho, advierten de que este verano han ocurrido numerosas caídas y al menos tres personas han sufrido lesiones y han tenido que acudir a un centro sanitario.

La regresión de las playas no sólo amenaza, por tanto, a las casas de primera línea. También compromete la seguridad de los bañistas. En este tramo del Blay Beach, no queda ni pizca de playa. La calle del Mero presenta, además, otro problema. Los propietarios de viviendas aseguran que es privada. No obstante, su uso es público y, de hecho, la Ley de Costas obliga a que existan accesos peatonales al mar a cada 200 metros.

Sea como fuere, el peligroso peldaño complica a los bañistas disfrutar de lo poco que queda de esta otrora magnífica playa.