Xàbia no gana para sustos con el mar. Agosto es el mes de los accidentes marítimos. Ayer se logró rescatar el yate de 15 metros de eslora que diez días antes encalló en la costa de arrecifes y acantilados de la cala del Francés. Pero Xàbia no sale de una emergencia náutica y ya está en otra. El sábado se fue a pique una embarcación de 7 metros de eslora en la costa del Portitxol. No hubo heridos en el naufragio. Sin embargo, la barca ha quedado sumergida en un punto, el tramo de mar que separa tierra de l'Illa del Portitxol (el freu), de mucho tráfico náutico. Aquí las aguas son someras. Hay unos diez metros de profundidad. La embarcación hundida se ve desde la superficie. Basta llenar los pulmones y sumergirse para comprobar que la embarcación se ha convertido en un escollo peligrosísimo para la navegación.

De hecho, en este canal entre tierra y l'Illa fue donde el pasado verano un yate de lujo de 19 metros de eslora impactó con las piedras del fondo marino y sufrió una gran vía de agua. Un poco más adelante, frente a la playa de la Barraca, se fue a pique.

La embarcación que ahora reposa sobre el fondo marino no está ni siquiera señalizada con boyas. El operativo de rescate tampoco se ha activado todavía. Es el dueño el que debe hacerse cargo de contactar con su compañía de seguros y acelerar la retirada de la barca hundida.

Los rescates náuticos tienen su intríngulis en la escarpada costa de Xàbia. Ayer, por fin, llegó a buen puerto el yate que ha permanecido diez días encallado en la cala del Francés. La empresa de Pego Kraken Treballs Marítims logró poner a flote esta embarcación, que pesa unas 20 toneladas, y la remolcó hasta el club náutico xabienc. Fue fundamental la ayuda de la Salvamar Diphda, de Salvamento Marítimo, que dio el estirón definitivo para desencallar el yate. Luego, durante toda la singladura hasta el puerto, los operarios de Kraken achicaron con bombas el agua que se colaba por el agujereado casco. Habían cerrado con masilla especial las vías de agua. Pero el choque con los arrecifes había provocado daños importantes. La embarcación, eso sí, se podrá reparar y salvar. Está valorada en casi un millón de euros.

El responsable de Kraken explicó que se han enfrentado a numerosos contratiempos. Hubo días de mala mar. El sábado, cuando ya estaba todo a punto para reflotar el yate y el oleaje ayudaba a levantarlo, el mar se paró y se quedó como un espejo. El barco quedó otra vez encajonado. Que en este costa de la Cala Blanca y la Sardinera fondeen a diario unas 200 barcas de recreo también ha complicado el rescate.

Además, la grúa no llegaba a donde estaba embarrancado el yate. Es una zona de arrecifes. Los operarios han tenido que hacer todo el trabajo a mano. «Ha sido una faena al estilo de los romanos o los egipcios», dijo el responsable de la empresa especializada de Pego.