Mikel Callejas, de 47 años, no falla. Veranea todos los años con su familia en Calp («imagínate, vengo a este pueblo desde hace 46 años») y cada mañana, bien temprano, acude a la cala del Racó y practica en apnea pesca submarina. Esa rutina vacacional ha acabado de sopetón. El martes una moto acuática arrolló a Mikel, que sufrió dos brechas en la cabeza. La más grave se la suturaron en el centro de salud de Calp con seis aparatosas grapas.

Mikel tiene experiencia en el buceo a pulmón. Nunca se sumerge sin su boya y banderín de señalización. La seguridad es lo primero.

«Ya estaba a punto de terminar y de volverme a casa. Salí del agua a recuperar aire y algo me golpeó con fuerza en la cabeza», relató ayer el submarinista. En seguida, comprobó que el impacto se lo había dado una moto de agua. El piloto y el acompañante cayeron al agua.

«En ese momento, no sabía sí tenía heridas, ya que llevaba la capucha del neopreno. Pero me agarré la cabeza del dolor y les grité que me ayudaran. Pero se montaron en la moto y se piraron».

Mikel, que es vecino de Bilbao, recalcó que «por suerte» no llegó a perder el conocimiento. «Menos mal. Me podía haber ahogado».

Los ocupantes de la moto acuática llevaban chalecos salvavidas. Lo normal es que hubieran nadado hasta el herido y que, al menos, se interesaran por si podía llegar a tierra. Se dieron a la fuga.

El submarinista pudo alcanzar la orilla a nado. «Me eché agua por debajo de la capucha. Sentía un fuerte dolor. Y entonces vi que me salía bastante sangre y me asusté», recordó.

Ya en tierra llamó al 112 y acudieron la policía local y los servicios sanitarios. Una ambulancia lo trasladó al centro de salud calpino, donde le cerraron la brecha más profunda con seis grapas. Esa misma tarde acudió a la Guardia Civil y denunció el atropello. Ha aportado la grabación que tomó con la cámara que siempre lleva cuando realiza inmersiones. Pudo grabar a los ocupantes de la moto acuática cuando declinaban ayudarle y se largaban.

«Ya había tenido algún susto con las motos de agua. A los barcos los escuchas llegar. Pero a las motos no. Llevo siempre la boya. También hay mucha gente ya que sale a nadar con esta señalización. Las motos no la respetan. Incluso se acercan a ver qué es la boya», advirtió Mikel.

Para él, se han acabado este verano las inmersiones. Las heridas deben ahora cicatrizar. Este bilbaíno veranea en Calp desde bien pequeño. Es «un enamorado» de este municipio. «Ahora mis hijos y los de mis amigos de la cuadrilla son amigos. Lo que vivimos en este pueblo es muy especial». Este año se va con un recuerdo amargo.

El atropello ocurrió en una zona litoral, la del Racó y el paseo ecológico Príncipe Felipe, que está a escasos metros de tierra y es muy frecuentada por los buceadores. Aquí hay incluso un «sendero» submarino para los aficionados al «snorkel».