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Dénia

«Estamos en agosto y ya no nos queda playa»

Los vecinos de les Deveses de Dénia advierten de que corren peligro de que un temporal se trague sus casas y urgen a Costas a llevar a cabo la regeneración

«Estamos en agosto y ya no nos queda playa»

Apenas queda playa y los estragos de la destrucción del mar saltan a la vista. En la misma orilla, hay bloques y trozos de losas de hormigón. Los vecinos del litoral de les Deveses de Dénia aseguran que han conocido esta playa con más de 50 metros de ancho. Ahora queda una estrechísima franja de arena. El mar estaba ayer un poco picado y los bañistas colocaban las hamacas y las toallas pegadas a los muros de las terrazas de las casas de primera línea. Si hay temporal, las olas chocan directamente con las terrazas.

«Estamos en agosto y ya no nos queda playa. No quiero ni pensar lo que puede pasar en otoño e invierno. No hay ninguna defensa frente el mar. Las olas rompen contra las casas», advirtió ayer el vicepresidente de la asociación de vecinos les Deveses-Bassot, Sebastián Alcaraz.

«El proyecto de regeneración está redactado y nos parece fantástico, pero falta que se haga. Es urgente. El ayuntamiento debería hacer más presión para que se lleve a cabo cuanto antes. No podemos esperar más», sostuvo Alcaraz.

Este portavoz de los vecinos dijo que la regeneración está «en proceso de asignación de presupuesto». Las obras suben a 14,5 millones de euros. Otro problema es encontrar el «yacimiento» submarino del que sacar los 591.523 metros cúbicos de arena necesarios para rescatar una playa seca de 45,5 metros de ancho y recuperar un cordón de dunas de 4 metros de altura.

«Pero debe acelerarse. No tenemos playa. Las casas son la frontera marítima. En esta playa vivimos un peligro constante», subrayó.

Los vecinos todavía tiemblan cuando recuerdan el temporal de finales de enero de 2017. Destrozó las terrazas y las fachadas que dan al mar. Las olas entraron con furia en estas casas de primera línea. El estropicio fue enorme. Eso sí, los vecinos se afanaron en reconstruir las viviendas. Aseguran que son antiguas casas de pescadores y se construyeron hace casi cien años. Entonces, afirman, la playa era anchísima. Pero la imparable erosión ha provocado que el mar se eche encima de esas viviendas y suponga una amenaza permanente.

Ahora, en plena temporada turística, queda una franja estrechísima de arena. Los escombros generados al ir socavando las olas las estructuras de primera línea no trasladan la mejor imagen turística posible. A los turistas les seduce esa traza antigua de las casas de primera línea, blancas y con porches con arcos de medio punto. Pero no es ésta, desde luego, la mejor playa para estar bien ancho. Apenas hay línea de arena y, a poco que el mar se ponga bravo, ese rodal en el que extender la toalla desaparece bajo las olas.

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El servicio provincial de Costas ha obligado a los vecinos de primera línea a retirar barandillas y obstáculos de sus terrazas. Deben dejarlas expeditas, ya que forman parte de la servidumbre costera de tránsito. Los deslindes obligan a que esa franja de paso sea de 6 metros de ancho. Aquí también hay un restaurante, que tiene las mesas y sillas en la terraza y deja, entre ellas, un pasillo. Los clientes entran en las terrazas de las casas. Los vecinos negaron ayer que esa plataforma de obra sea un paseo marítimo. «Las terrazas son privadas y nosotros las reparamos tras los temporales», indicó una vecina.

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