No pasa un día sin que los socorristas de la Cruz Roja se lancen al agua en la playa del Arenal de Xàbia a ayudar a un bañista sorprendido por la corriente de resaca. A mediodía de ayer, los vigilantes observaron a una mujer mayor que tenía dificultades para alcanzar la orilla. Una socorrista se zambulló y llegó con rapidez hasta ella. Los bañistas de más edad y los niños son los más expuestos a que el mar los arrastre. Los socorristas no les quitan ojo.

Los rescates se han disparado en este arranque del verano en el Arenal. Los turistas esperan encontrar la playa de siempre. Pero las corrientes han cambiado. Las lluvias torrenciales del pasado mes de abril han alterado los flujos marinos. Los vigilantes ya han descifrado cómo funcionan las «nuevas» corrientes. En el centro de la playa, no hay resaca, pero sí se produce en el tramo próximo al canal de la Fontana y en el que está hacia el extremo sur de la ensenada (aquí siempre ha habido remolinos). Los socorristas acotaron y prohibieron ayer el baño en esa última franja de resaca. El mar estaba algo revuelto. Izaron la bandera amarilla. Comentaron que incluso en días de bandera verde hay corrientes de retorno y rescatan a bañistas a los que les cuesta alcanzar la orilla.

Los responsables de Cruz Roja advirtieron de que la fisonomía y dinámica de la playa son ahora distintas. Las precipitaciones torrenciales (330 litros/m2 en 12 horas) abrieron torrenteras en la arena. Ese estropicio se reparó. La playa se allanó. Pero en el mar, claro está, no se ha podido actuar. Y quedan los socavones y los desniveles. El vigilante de la torre atisba perfectamente las corrientes. Las olas rompen donde ya hay menos profundidad. En otros puntos, no. Y ahí es donde se forman esos flujos que todos los días «atrapan» a confiados bañistas.