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Tur, la saga que fundó una aldea en Calp

Un libro conmemora los 300 años de la ermita de La Cometa, una partida cuyo caserío construyó y habitó una sola familia

Tur, la saga que fundó una aldea en Calp

El municipio de Calp acaba de celebrar un cumpleaños tan peculiar como cuantioso: el de los tres siglos que suma ya su ermita de Sant Joanres siglos que suma ya su ermita de Sant Joan, en la partida rural de La Cometa. Se trató de una fiesta tan sencilla como las gentes que habitaron esta pedanía pero tan relevante como el significado que encierra para los calpinos.

Tanto es así que en lugar de tarta de cumpleaños, el acto contó con la presentación de «Les Cases de Torrat i La Cometa de Calp», libro que, a varias manos, conmemora los trescientos años del modesto templo. También homenajea a una pequeña aldea fundada por una misma familia, que dista pocos pasos de la ermita y que, de la mano, atraviesan gran parte de la historia.

«1717» es la inscripción que,cincelada en la piedra, reza en la fachada de la ermita y que se ha tomado como partida de nacimiento para festejar la efeméride.

Pero el inicio de la biografía de esta partida y de sus habitantes se remonta todavía más atrás. Lo justo para situarse en el siglo XVII, pues fue en 1696 cuando Antoni Tur Serra, habitante de la vecina Benissa, adquirió unos bancales en dicha partida, según desvela el investigador José Luis Luri en un artículo del libro.

La presencia del apellido Tur, hoy uno de los más prolíficos de Calp, constituía entonces una rara novedad. No en vano este Tur era ibicenco. Es decir, era uno de los miles de baleares que llegaron a las comarcas de La Marina, El Comtat y La Safor para rellenar el socavón demográfico que provocó la expulsión de los moriscos, ordenada por Felipe III y ejecutada en 1609. Dicho éxodo dejó sin atender cultivos suficientes como para sembrar de desabastecimiento la menguada población.

Paradójicamente, las tierras que compró Antoni Tur eran per se un claro testimonio de aquella presencia musulmana, ya que los áridos bancales albergaban vestigios arquitectónicos de su vida aquí. Es el caso de una alquería sobre cuyos restos levantó su vivienda y la de su hijo Antoni Tur Femenía. Y así, siempre sobre este territorio, los Tur crecieron y se multiplicaron. Sobre todo cuando en el siglo XIX, Josep Tur Pastor y Maria Crespo Ivars tuvieron nueve hijos. Y construyendo viviendas para ellos nacieron les Cases de Torrat, denominadas así por el apodo que distinguía a la familia al menos desde 1746, según Luri. Todavía hoy, siglos después, el sobrenombre designa a su multitudinaria estirpe .

De esta manera, los Tur Torrat ahondaron sus raíces en La Cometa, alimentándose de las tierras y compartiendo bienes comunales como los algibes, el riurau, el sequer o una plaza. Incluso llegó a contar con una maestra que instruía a los niños de la partida.

¿Tuvieron también los moriscos de La Cometa una mezquita donde rezar? Así lo cree el investigador Alberto Moreno, quien considera que ésta pudo ser la actual ermita. Considera clave su orientación sureste, propia de la de las mezquitas en España, en contraposición a las iglesias, dirigidas hacia el este.

Otra dato revelador, según Moreno, es el de la advocación original del templo, dedicado -según un texto arzobispal de 1791- a San Juan Bautista. Este personaje bíblico es, al igual que Jesucristo, un profeta del islam. Ello motivaba que los moriscos -cristianos en público y por la fuerza pero musulmanes en la intimidad y por convicción- se acogieran a su figura cuando habían de fingir sus rezos cristianos.

La ermita, que pudo servir en algún momento como refugio para los lugareños ante los ataques de los piratas berberiscos, fue testigo también de las diferencias sociales, ya que se estima que pudo ser erigida , en aquel 1717 del frontispicio. por la terrateniente saga de los Abargues, al tiempo que mandaba construir una masía anexa a la ermita, por lo cual sería de titularidad privada.

La genealogía de los Tur se fue sucediendo en La Cometa entre matrimonios con benisseros o calpinos. Sin embargo, la filoxera que arrasó las viñas a principios de siglo XX obligó a algún Torrat a emular a su antepasado ibicenco. En esta ocasión,como tantos otros alicantinos, lo hicieron a Argelia. Precisamente el lugar en el que recalaron los moriscos expulsados, a los cuales vinieron a sustituir los Tur.

¿Más historias? Uno de los parajes de la partida es el Tossal del Tabaco, llamado así por ser escondrijo habitual de su contrabando.

Hoy casi todas las Cases de Torrat las habitan residentes extranjeros. En el enclave todavía sobreviven algunas cepas y almendros, pero la mayor plantación es de chalets y piscinas. Para preservarla de tanto hormigón, a la Ermita la flanquea un área municipal de ocio, de modo que ahora los calpinos pueden visitar el lugar en todo momento del año, no sólo para disfrutar sus ancestrales fiestas de Sant Joan.

Entretanto, la historia del lugar y sus costumbres se halla ya a salvo en «Les Cases de Torrat i La Cometa de Calp», el libro editado por el ayuntamiento calpino y coordinado por Alberto Hortelano, Francesc J. Monjo y -a la postre, el último guardián de la memoria de La Cometa- Bernat Banyuls.

Por cierto, el libro se presentó en la Casa de Cultura de Calp, la cual también descansa sobre el solar de una alquería musulmana.

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