Al vino le sientan bien los naufragios. Las botellas encontradas en barcos hundidos son tesoros enológicos. Hay también, claro está, mucho de romanticismo en beber vinos que transportaban naves que se fueron a pique hace la tira de años. De ahí que hayan surgido bodegas submarinas. Una de esas cavas, Vina Maris, está en Calp. Fue la segunda tras la de Tossa (Girona) que maduró vinos en el Mediterráneo.

Ahora Graham Smith, un residente de Xàbia apasionado de los inventos, ha patentado un sistema que le da una vuelta a la bodega submarina. Se trae el mar a tierra. Su innovación radica en que envejece los vinos en tanques de agua marina. Afirma que así se evitan afecciones en el medio ambiente y se controla mejor el proceso.

Smith ha dado a probar los primeros vinos criados en esos tanques. La presión hace que los caldos maduren en dos meses lo que tardan ocho en una barrica de roble. Además, se impregnan de los matices que les da el yodo y la sal. Evolucionan de forma distinta. La cata tuvo lugar en la Casa del Vino de Xàbia. Se descorcharon las primeras botellas de una remesa de 200 que ya está a la venta en esta vinoteca local.

Smith, que ahora une dos de sus pasiones, la de los inventos y la enología, explicó que en EE UU el Gobierno permite depositar las botellas en alta mar y dejarlas reposar durante años. En España, la cosa es más complicada. Hace falta una autorización de la Dirección General de Costas. Es más fácil traerse el mar a casa. Es lo que ha hecho este inventor. Ha instalado unos tanques especiales. Cuentan con un sistema de presurización y refrigeración. El agua se mantiene a 14 grados de temperatura. El invento tiene futuro. Este residente viajará en breve a Tenerife junto a los técnicos de la empresa de Xàbia Aquafont para instalar tanques de envejecimiento de vino. La enología se empapa de mar.