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Los expertos exigen en Calp gestión del monte para evitar megaincendios en la Comunitat

Advierten de que los cortafuegos ya no son eficaces, ya que las llamas, como ocurrió en la Granadella, también se propagan con el «bombardeo de pavesas»

El técnico forestal Raúl Quílez muestra una fotografía del incendio de la Granadella de 2016.

Que la Comunitat Valenciana sufra cada verano un gran incendio forestal se da casi por descontado. El último, el de Llutxent, arrasó 3.270 hectáreas y obligó a desalojar a más de 3.000 vecinos. El cambio climático y el avance de masas forestales muy combustibles, que colonizan campos de cultivo abandonados, crean un escenario ideal para el fuego. Los expertos temen que esos grandes incendios deriven en «megaincendios». Ayer, en Calp, sede del III Congreso Forestal de la Comunitat Valenciana, reflexionaron sobre la reiteración y magnitud de unos fuegos muy complicados de extinguir por su comportamiento errático y que son una amenaza de primer orden para la población.

El técnico forestal Raúl Quílez, del Consorcio de Bomberos de València, subrayó que la gestión forestal es «esencial» para evitar que los grandes fuegos que ahora sufre la Comunitat se conviertan en virulentos «megaincendios». Recordó un aforismo que repiten los expertos: «Si no gestionas tú el monte, lo gestionará el fuego».

«Lo anormal es no tener cada año un gran incendio de más de 500 hectáreas. Debemos estar preparados», sostuvo este experto, que analizó catástrofes como la de le Llutxent o la de la Granadella de Xàbia. Este último incendio, que arrasó 812 hectáreas en Benitatxell y Xàbia, reveló que los cortafuegos ya no son eficaces. Las llamas también vuelan. «Se produjo un bombardeo de pavesas. Y así entraba el fuego en las urbanizaciones y las casas. Las pavesas prendían muebles que estaban en los porches y ya teníamos el fuego dentro de la vivienda», explicó este experto forestal.

Y se da una paradoja. Hay más incendios. Y son más destructivos. Pero también aumenta la superficie forestal en la Comunitat Valenciana. Lo hace, indicó Quílez, del orden de 3.300 hectáreas al año. El bosque, sobre todo el de pinos y matorrales que rebrotan en masa tras los fuegos y que se tragan los cultivos tradicionales abandonados, gana terreno. En la Comunitat, hay 1,3 millones de hectáreas forestales y 52.489 de mosaico. Aumenta el monte caótico y proclive al fuego. La despoblación del interior acelera este proceso.

El experto advirtió de que una herramienta útil para frenar las llamas son los «nodos de propagación planificada». El objetivo es poner barreras al fuego. Esos nodos se crean con actividad ganadera (se clarea el bosque), con la puesta en cultivo de los campos o con la introducción de viñedos.

Dijo que ya no hay que proteger sólo las urbanizaciones que lindan con los bosques, ya que pueblos enteros están expuestos a ese monte con gran cantidad de materia combustible que crece sin control en bancales convertidos en eriales.

En la gestión forestal, hay margen de acción. Lo de frenar el cambio climático se antoja más complicado. Las sequías son más severas. Este técnico forestal indicó que incluso el verano empieza medio mes antes (en mayo). El ataque de plagas como el tomicus o la procesionaria también hace que los bosques sean más vulnerables al fuego. Además, como precisó Quílez, son más frecuentes las olas de calor.

Los incendios preocupan. Y mucho. Para este congreso forestal, que hoy se clausura, se acreditaron 437 personas, la mayoría profesionales de la extinción. También participan numerosos alumnos de ciencias ambientales.

Expuestos a un desastre como el de California

El incendio de California, que se ha cobrado la vida de al menos 59 personas y ha destruido miles de casas, no queda tan lejos. Los expertos reunidos ayer en el III Congreso Forestal de la Comunitat Valenciana advirtieron de que una catástrofe como ésta podría ocurrir en la Comunitat Valenciana. «Esta tragedia nos debe hacer reflexionar sobre el hecho de que los incendios son una emergencia de primera magnitud», avisó Fernando Pradells, presidente de la Plataforma Forestal Valenciana.

«Debemos quitarnos de la cabeza que el peligro está sólo en el interfaz urbano forestal. El monte se ha comido pueblos en los que los cultivos se han abandonado. Son muy vulnerables al fuego», expuso Raúl Quílez.

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