La Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (Aemps), que depende del Ministerio de Sanidad, se ha tomado muy en serio la alerta lanzada en la Marina Alta del riesgo incluso de muerte en británicos y escandinavos a causa del metamizol, un analgésico de uso común en España (se comercializa como Nolotil, Algi-Mabo o Metalgia). La Aemps ha difundido una nota dirigida a los profesionales sanitarios sobre el metamizol y el riesgo de agranulocitosis, esto es, una disminución aguda de granulocitos en la sangre que predispone a contraer infecciones.

Por ello, recomienda no utilizar este medicamento en pacientes en los no sea posible realizar controles, como, por ejemplo, población flotante, tras haberse notificado casos de reacciones adversas graves en pacientes británicos.

Además, pide que antes de recetarlo «se lleve a cabo una anamnesis (estudio de la historia clínica) detallada» para evitar que lo tomen pacientes con factores de riesgo. E incide en que «solo» se utilice en tratamientos de corta duración y administrando las «dosis mínimas eficaces», se extreme el control y se realicen controles de sangre periódicos «incluyendo la fórmula leucocitaria» (mide posibles disminuciones de glóbulos blancos).

La Agencia de Medicamentos pide a los médicos que le digan a sus pacientes que suspendan los tratamientos con metamizol si se dan «signos o síntomas sugestivos de agranulocitosis».

La notificación lanzada por la Aemps es consecuencia de los casos de sepsis notificados en el Sistema Español de Farmacovigilancia por la traductora de Xàbia Cristina García del Campo. Ella, que acompaña cada día a residentes extranjeros, sobre todo a británicos, a los centros de salud de la Marina Alta y al hospital de Dénia (está especializada en traducción sanitaria), detectó hace un año que el nolotil podía estar provocando efectos adversos e incluso la muerte en pacientes del norte de Europa. Documentó más de cien casos.

Como consecuencia, el Hospital de Dénia emitió una nota interna en la que desaconsejaba el uso de ese analgésico cuando los enfermos eran residentes británicos y escandinavos.

Ahora el propio Ministerio de Sanidad da credibilidad a esas sospechas. No obstante, la Aemps advierte de que el uso de este fármaco se ha disparado en los últimos años y de ahí que se detecten más reacciones adversas. Aclara también que es «conocido» que existe un mayor riesgo en pacientes de edad avanzada.

Y precisa que no hay estudios suficientes como para «descartar ni confirmar» que la población del norte de Europa tiene predisposición genética a las reacciones adversas.

Cristina García del Campo se mostró ayer «satisfecha» de la respuesta «contundente» de la Agencia de Medicamentos. «Ha tomado medidas. Ahora falta que los médicos y las farmacias cumplan ese protocolo. Británicos que conozco me están trasladando, de hecho, que les siguen recetando Nolotil», afirma.

Esta traductora explicó que fue el pasado 18 de noviembre cuando cayó en la cuenta de que «no era normal» que entre estos pacientes hubiera tantas muertes por sepsis. Ese día falleció un cliente suyo irlandés. Estaba en tratamiento por un tumor con buen pronóstico, pero, de repente, sufrió una gangrena de Fournier (una infección gravísima) que no pudo superar.

«Empecé a investigar estos casos de muertes y de graves reacciones adversas y siempre había una cosa en común: los pacientes habían tomado metamizol, que es un analgésico prohibido en el Reino Unido», sostiene.

García se apuntó en 12 grupos de expatriados y, a cada día que pasaba, veía claro que los casos «anormalmente altos de sepsis» confirmaban sus sospechas. «Fui al Hospital de Dénia y les dije que teníamos un problema de salud pública. Y la verdad es que en seguida tomaron medidas. En abril, dejaron de administrar este medicamento. Me han apoyado mucho y sé que están realizando una investigación de los riesgos del metamizol en los residentes del norte de Europa que será clave».

Además, esta traductora con 15 años de oficio, convertida ya en una Erin Brockovich de la Marina Alta, sigue recogiendo casos. En los últimos días, ha documentado los de una residente belga que a las dos semanas de tratamiento con este analgésico tuvo un choque anafiláctico del que se recupera en la UCI y el de una española que también sufrió una reacción muy severa y a la que trasladaron de urgencia al Hospital de Dénia. «Tarda cinco minutos más y sufre una parada cardiorespiratoria», indica García.