Calp se pasó media vida -o sea, todo el día de ayer- mirando el cielo para que los dioses del tiempo que andan como andan fueran clementes con el primer gran capítulo de su trilogía, el Desfile. Y éste brilló sobre todas las nubes. Dos mil personas entre músicos y festeros siguieron un itinerario cada año más decorado, con telas y tribunas remozadas que contribuyeron a que aún luciera más la laboriosidad de boatos, ballets, carrozas y caballos. Y todo eso tejió un gran espectáculo por las calles del municipio del Peñón.

Todos fueron partícipes imprescindibles de esta puesta de largo grande de la fiesta, aunque hubo protagonistas especiales: la abanderada que representó a toda la Asociación, Loli Navas, de la filà Moriscos; en el bando moro, la filà Berberiscos, que este año ha recordado el carácter feroz de su origen, gentes que vinieron a invadir y a guerrear, con el nombre especial de su capitán, José Ángel Montaner; y en el bando cristianos, los Mozárabes, que en esta edición han puesto un acento más árabe entre los guerreros de la cruz y cuyo capitán es Pere Fluixà. Así, aunque anduvo nublado el cielo durante casi toda la jornada, anduvo iluminada la noche con un montaje festero que le pone a la legendaria historia en la que se asienta más dosis de innovación a cada año que pasa.