Cada incendio en la Marina Alta es un laboratorio. El que calcinó a principios de julio 10 hectáreas en la cara este del Montgó y que subió desde el Camí de la Colònia (ya cerca de la Cova del Camell) hasta la cima ha dejado una evidencia: la montaña, en estos suelos pedregosos, tiene una capacidad prodigiosa para regenerarse. No han pasado todavía cuatro meses y la herida que dejó el fuego ya ha cicatrizado. Los palmitos mantienen el tronco negro, pero ya han echado nuevas hojas. Las lluvias han ayudado a que esta ladera reverdezca a toda prisa. Ya empieza a desaparecer la mancha cenicienta que dejó un incendio que subió como una exhalación montaña arriba.

A mitad de esta vertiente que devoró el fuego hay un coscojar adulto que resistió las llamas y que se está recuperando de maravilla. Hay arbustos que aún tienen las hojas marrones, pero esta formación de Quercus coccifera mantiene un vigor que no denota que hace nada le pasó el fuego por encima. Además, el coscojar ayuda a la regeneración. Lentiscos, espinos negros y lavandas ahora en floración resurgen al socaire de estas coscojas bien desarrolladas.