«¿Que si tengo 95 años? Eso dicen las malas lenguas». Pepita Vengut bromea con su edad. Esta benisera de memoria prodigiosa nació el 5 de agosto de 1923. Y sí, tiene 95 años. Es la estisoradora más veterana de Benissa y de la Marina Alta. «Era una niña cuando empecé. Tenía 13 años», recuerda.

Pepita es una enamorada de ese oficio tradicional. Afirma que su esposo intentó persuadirla para que no fuera a limpiar los racimos de uva de moscatel que luego viajaban a los grandes mercados de Barcelona, Madrid o Bilbao.

«Cuando, a mediados de agosto, llegaba la temporada de estisorar, yo nunca faltaba. Y luego, en Navidad, cuando limpiamos la uva de Novelda, también iba. Mi marido me decía que qué necesidad tenía de pasar frío. Pero disfrutaba mucho. Y no lo dejé hasta los 60 años. Estisorar es parte de mi vida», afirma.

Recuerda a la perfección el primer año que cogió las tijeras y comenzó a retirar los granos picados y más feos (los racimos deben resplandecer). «Vivía en la partida de Benimallunt. Nos juntábamos unas amigas y caminábamos hasta donde estaban las cuadrillas. Eran tiempos duros, pues hablo del año 36, cuando ya había comenzado la guerra, pero éramos todas jóvenes. Trabajábamos debajo de un toldo de lona, y nos reíamos y cantábamos».

Pepita está encantada con el empeño del Ayuntamiento de Benissa por reivindicar a estas mujeres. Quizás es exagerado decir que sembraron el feminismo en el muy masculinizado y tradicional mundo rural. Pero sí tomaron conciencia de su importancia laboral. Grande o pequeño, fue un paso hacia la emancipación de la mujer.

«En aquella época, las mujeres o nos dedicábamos a estisorar o a servir en casa de un señorito», señala Pepita, convencida que la primera opción permitía más independencia. Era y es (todavía quedan cuadrillas en Benissa y Teulada) un trabajo temporal, de mes y medio aproximadamente. «Sí, pero nos pagaban bien. En el 36, mi primer año, cada noche me daban un duro de Negrín, que era un buen jornal. Los hombres que vendimiaban ganaban más o menos lo mismo».

Esta mujer, que el domingo inaugurará la Placeta de les Estisoradores, admite que le apena que este oficio se extinga. «El problema es que se han abandonado campos y se hace poco moscatel. Nuestra uva es dulce y buenísima; la mejor. No debería perderse nunca».

A sus 95 años, Pepita recuerda al dedillo muchas de las canciones que cantaban las estisoradores mientras arreglaban la uva. Su memoria ha sido clave para recuperar este maravilloso patrimonio popular. En el cuento Clementina se´n va a estisorar, aparece la letra de una de las tonadas: «Senyor amo, senyor amo, les manetes mos fan mal//que han tocat les set i mitja i encara estem estisorant». Un tesoro.

Un oficio convertido en cuento: «Claudina se´n va a estisorar»

La única literatura que hay de las «estisoradores» es este cuento escrito por Jordi Valor i Serra, un maestro de Alcoi que, trasladado a Benissa, se quedó maravillado ante este oficio tradicional. El relato lo ha adaptado ahora Teodoro Crespo. Las ilustraciones (en la imagen una de ellas) son de Alba López. Lo ha editado el Institut Alacantí de Cultura Juan Gil-Albert.