Lucía el sol, el día era, sino estival, sí primaveral, y los turistas que quedan en Xàbia, que no son pocos, acudieron a la playa del Arenal. El mar no estaba para bromas. Había olas de dos metros.

Pero la temporada de vigilancia de playas terminó el 30 de septiembre. Ya no hay socorristas. Así que los bañistas se metieron en el mar sin que nadie les advirtiera de que en el Arenal hay que ir con precaución dado que se forman fuertes corrientes. Ni siquiera se izó la bandera roja.

Tampoco se colocaron los carteles que avisan de las corrientes. Los turistas (entre ellos, numerosos niños) se zambulleron sin temer nada. Las olas los zarandearon. Alguno se llevó un susto cuando vino una ola todavía más potente. La temporada turística se alarga; la vigilancia de playas, no.