El chaparrón que cayó en la mañana de ayer en Teulada-Moraira (28 l/m2 en poco más de una hora) le sacó los colores a la playa del Portet. Se formó una gran mancha marrón. La lengua de barro avanzó desde la orilla y cubrió toda la ensenada. El agua se tornó turbia. La mancha contrastaba con el color verde y azul del mar. El Portet, una playa que destaca por sus aguas claras y de reflejos esmeraldas, asemejaba ayer un lodazal.

Y este fenómeno no es nuevo. El pasado año, cuando se producían lluvias torrenciales, el agua ya se teñía de marrón. Entonces estaba todavía reciente la regeneración con 7.000 toneladas de tierra extraída de una cantera de Altea. La dirección general de Costas quiso ganar unos metros de playa. Antes había una estrecha línea de arena. Pero el sedimento era fino y dorado. Con la regeneración, la textura de la arena cambió. Tiene grosor de gravilla. El polvo en suspensión de esa tierra de cantera provocó que, cuando había arrastres por las lluvias, el mar se volviera turbio y se coloreara de marrón. Pero debía ser un fenómeno pasajero. Ayer se demostró que el efecto barro no desaparece de un año para otro.

SOS Moraira, la asociación que el pasado año denunció el daño medioambiental que podía ocasionar el vertido de las 7.000 toneladas de tierra (al principio, estaba previsto que fueran 8.000), insistió ayer en que el posible impacto persiste. Advirtió de que la turbiedad del agua se mantendrá ahora durante días e impedirá que el sol llegue a la posidonia oceánica. Además, indicó que el polvillo acaba depositándose sobre estas praderas marinas protegidas.

Turismo

El barrillo también escama a los turistas. La playa del Portet, una de las más bellas de la Comunitat Valenciana, seducía por sus aguas transparentes. Ahora el mar está más revuelto.