Los turistas persiguen una imagen insólita. Y esta semana, en Xàbia, han podido captar unas cuantas. El naufragio, el lunes por la tarde, de un yate de lujo de 19 metros de eslora en el Portitxol, a tiro de piedra de la playa de la Barraca, ya dio para un álbum de fotos espectaculares. Al día siguiente, embarrancó un velero en el Primer Muntanyar. Más fotos. Y ayer, que no apetecía ir a la playa, ya que el día estaba nublado e incluso lluvioso, los veraneantes hicieron otra parada en su peculiar ruta del desastre marino. Esta vez se agolparon en la escollera de Levante del puerto xabienc, a donde el día anterior se había remolcado al yate hundido en el Portitxol, para seguir con detalle la compleja operación de levantarlo e ir achicando el agua que lo inundaba por completo. De hecho, todo el itinerario que se lo remolcó, desde el Portitxol al puerto (unos ocho kilómetros), el barco de lujo fue sumergido; sólo asomaba, reflotado con unos grades globos blancos, el puente.

La maniobra para sacarlo a flote del todo resultó ardua. Una gran grúa fue subiendo poco a poco la embarcación, que cargada de agua pesaba unas 30 toneladas. Cuando, ya pasado el mediodía estaba a flote, se sellaron los boquetes abiertos por el golpe contra el fondo marino del freu (canal entre tierra y un islote) del Portitxol. Luego se remolcó el yate hasta la Marina de Dénia, su puerto base, donde el propietario y el seguro debían valorar si lo reparaban o si el estropicio era tan grande que lo mejor era enviarlo directamente al desguace.

Pues bien, toda esa operación la presenciaron desde la escollera decenas de turistas. Hicieron fotos y videos e incluso se tomaron selfis. Ya habían capturado la imagen insólita de sus vacaciones en Xàbia.