Hay lugares que están bendecidos. La cala de Ambolo de Xàbia es uno de ellos. Es uno de los tramos litorales más bellos de la Comunitat Valenciana. Además, ahora vive una sensacional transformación. La playa de cantos rodados de toda la vida está dando paso a la arena. Hace unas semanas empezó a formarse en la parte norte de la calita un rodal de fina arena dorada. Ahora ya media cala es de arena. La dinámica litoral está obrando el milagro de arrastrar hasta Ambolo un sedimento muy tamizado. Los bañistas están encantados. Esta playa, que fue de las primeras nudistas de la Marina Alta (ahora el nudismo está de capa caída), atrae incluso a familias con niños. En la orilla de la playa ya se puede ver a chavalines jugando con la arena e intentando levantar castillos.

La cala de Ambolo está bendecida. Cientos de turistas buscan la foto en este recodo escondido entre acantilados, de aguas turquesa y que cuenta con una escarpada islita a la que trepan los bañistas para lanzarse luego al mar.

Pero Ambolo también arrastra una maldición. La cala no figura en los mapas. No en los turísticos. Xàbia no la promociona. Los bañistas acuden por su cuenta y riesgo. Esta playa está oficialmente cerrada desde 2007 por riesgo de desprendimientos. Hay carteles que avisan de que está clausurada.

La Dirección General de Costas intentó recuperarla colocando redes y barreras de acero para contener los desprendimientos. También creó una tendida escalera donde antes estaba la senda que bajaba a la playa. Incluso regeneró la cala con cantos rodados. Pero esa actuación no sirvió de nada. Los inestables acantilados siguieron deshaciéndose cada vez que llovía con intensidad. Las piedras rodaban ladera abajo. De ahí que se optase por mantener este tramo litoral clausurado.

El cierre, eso sí, no ha espantado a los bañistas. Al contrario. Parece que la prohibición es un aliciente más para descubrir esa cala vetada.

Solo faltaba ahora que la dinámica litoral pusiera su granito de arena. El fino sedimento dorado acrecienta el atractivo de Ambolo. La arena debe proceder de los arrastres que las lluvias del invierno y la primavera han provocado en los barrancos próximos. Lo que ha ocurrido en Ambolo tiene precedentes en Xàbia, cuyo litoral no está en regresión, sino que se ensancha. Hace dos veranos la costa de piedra tosca de la Séquia de la Nòria y de la Cala Blanca también se llenó de arena. Esos arenales sobrevivieron durante meses. Ya han desaparecido. En Ambolo ocurrirá lo mismo. El mar se llevará el regalo de la arena dorada. La nueva e idílica playa es efímera. Volverá la grava.