La Federación de Vecinos de Dénia lanzó ayer un augurio: el turista que venga este verano a la ciudad, «invadida por obras», saldrá por piernas y no volverá. Y, desde luego, esos turistas, si fue ayer cuando llegaron a Dénia, avanzarán más si echan a correr que si cogen el coche. El caos de tráfico fue ayer, desde primera hora de la mañana, monumental.

A las obras del Plan Confianza, que se tienen que hacer de una tacada, ya que el ayuntamiento se lo tomó antes con tremenda parsimonia (el PP quiso primero hacer un gran teatro en el puerto y luego troceó los ocho millones que le tocaban a Dénia y los destinó a proyectos más con los pies en el suelo), se suman ahora las de la segunda fase del reasfaltado. La empresa Pavasal va a toda máquina. Trabaja en varios frentes al mismo tiempo. Y ayer cerró tres avenidas que absorben el tráfico que entra en Dénia, la de Alacant, la de Ramón Ortega y la plaza Válgame Dios. Los conductores que accedían a la ciudad lo tenían crudo para llegar al centro urbano. Debían ir hasta al puerto y dar una vuelta tremenda.

La Policía Local tuvo que emplearse a fondo para regular el tráfico. Las retenciones en la entrada de Dénia y en la avenida de València fueron de aúpa.

Mientras, la Federación de Vecinos acusó al actual equipo de gobierno (PSPV y Compromís) de «despotismo» por su cerrazón a paralizar durante los meses de julio y agosto las obras que tienen a media Dénia patas arriba. Este colectivo incidió en que es un clamor de residentes, empresarios y comerciantes que estos trabajos se suspendan durante los meses de mayor afluencia turística. A los vecinos más críticos con la planificación de estas obras, les aterra que en pleno verano, con la ciudad repleta de turistas, se desate un caos de tráfico semejante (o peor) que el de ayer.