El subsuelo de Dénia no sólo esconde tesoros arqueológicos. Cuando se abre una calle para hacer obras, es fácil encontrar los vestigios de la ciudad islámica o romana. Pero los obreros también pueden dar con tuberías de fibrocemento (amianto). En la calle La Mar, ha salido a la luz ahora un grave problema de contaminación. Hay casas y fincas de la acera norte de esta calle, que está en pleno centro urbano, que no tienen conexión al alcantarillado. Las aguas fecales van a parar al subsuelo. Acaban en una especie de acequia que no se sabe todavía donde desemboca. Esta calle está más alta que el puerto. Es fácil que ese canal subterráneo vierta por decantación las aguas negras en la dársena. Y también acaban filtrándose al subsuelo. Las obras de reurbanización de esta calle, que deben durar cinco meses, han permitido detectar la contaminación y el vertido insalubre de las aguas fecales. Ahora se aprovechará que la calle está patas arriba para conectar las fincas al alcantarillado. Escarbar en la epidermis urbana de Dénia siempre depara sorpresas.