Ha llegado el momento de desentrañar la tragedia silenciada de la guerra civil y la represión franquista en la Marina Alta. Las nuevas investigaciones publicadas en el último número de la revista Aguaits, que edita l´Institut d´Estudis Comarcals de la Marina Alta, dan por primera vez una cifra de víctimas. No es definitiva. Pero sí revela con toda crudeza la fatalidad de aquellos años. Más de 2.000 vecinos de la comarca sufrieron todos los grados posibles de represalias, desde el asesinato y el fusilamiento hasta la cárcel, las palizas y torturas, el maltrato o la inhabilitación. La cifra de víctimas estremece.

El último número de Aguaits está dedicado íntegro a la represión de la guerra civil y la posguerra. Y todavía se publicará otra revista que de la primera a la última página afinará más los datos que ahora se revelan. Lo anunció ayer la directora de Aguaits y archivera de Dénia, Rosa Seser, quien apeló a los vecinos de la Marina Alta a recuperar testimonios e información. «Hemos cerrado este número y ya sabemos de más represaliados. Los añadiremos en la nueva revista», avanzó Seser.

El grueso de la investigación que ahora ve la luz lo han realizado los historiadores Teresa Ballester y Francisco Moreno. Han colaborado la propia Seser y el archivero de Pego, Joan Miquel Almela. Mientras, el historiador Vicent Martí recupera la historia del Hermano Millán, primer director del colegio Maristas de Dénia y asesinado al estallar la guerra civil.

Teresa Ballester y Rosa Seser elevan a 106 los asesinados por el «terror revolucionado». Al estallar la contienda, los «paseos» de la «Pepa» dejaron un reguero de cadáveres en cunetas y carreteras. Hubo tres matanzas, la de la sima de la Plana de Xàbia (15 vecinos de Dénia asesinados y arrojados al avenc), la de las 8 víctimas de Pego a las que mataron en Gandia y la de los 6 vecinos de Ondara asesinados en Benissa. De las 106 víctimas, 29 fueron religiosos, 22 propietarios de tierras, 23 profesionales liberales y estudiantes, 14 comerciantes y estudiantes, 13 labradores, tres industriales del juguete de Dénia y dos personas no tenían oficio conocido.

Teresa Ballester subrayó que esa represión incontrolada se desencadenó tras la sublevación de las tropas franquistas. Precisó que los tribunales populares sí permitieron que los considerados «enemigos» de la República tuvieran un juicio con garantías de legalidad; ninguno fue condenado a muerte.

Mientras, el historiador Francisco Moreno aporta un trabajo hercúleo. Ha recuperado los nombres y apellidos de los 1.905 (84 mujeres y 1.821 hombres) represaliados en la posguerra por el franquismo. Los fusilados o muertos por palizas fueron los que peor suerte corrieron.

La revista también rescata el asesinato del notario de Pedreguer Augusto Villalonga. Era republicano, pero asumió luego ideas más conservadoras y de derechas. La «Pepa» se lo llevó el 30 de agosto de 1939 cuando estaba de vacaciones en Moraira. Lo mataron y quemaron su cadáver.

«Después de cuarenta años de democracia y de diez de la promulgación de la Ley de la Memoria Histórica, pese a su escasa o nula aplicación, ya es hora de difundir la información conservada en los archivos y en la memoria de los testigos», indicó Rosa Seser. Apeló a los testigos de aquella tragedia que quedan vivos y a sus familiares para afinar las cifras e identidades de las víctimas.