Tras cada cifra, hay un drama, una historia. Hoy se cumplen diez años de la riada que devastó la Marina Alta. El recuerdo sigue muy vivo. Y el miedo, también. Las obras de emergencia que llevó a cabo el Ministerio de Medio Ambiente tras la catástrofe del 12 de octubre de 2007, que subieron a 13 millones de euros, no han conjurado el riesgo a que ocurran inundaciones tan destructivas como las de entonces.

Además, el cambio climático agrava las precipitaciones y las desestacionaliza (el desastre ya no se atiene a calendario). Y no se puede volver atrás en la urbanización de las cuencas de drenaje y cauces. El urbanismo en zonas inundables contribuyó a que la riada obligara a más de un millar de familias a abandonar a toda prisa sus viviendas. Además, 8.000 residentes de las torres de apartamentos de Calp quedaron aislados. Sus calles permanecieron varios días anegadas.

El violento desbordamiento de los ríos Girona y Gorgos y de prácticamente todos los barrancos de la Marina Alta provocó hace hoy diez años que 1.200 casas se inundaran. El agua arrastró 1.500 coches; muchos se fueron directos al desguace. Los daños superaron los 55 millones de euros.

En la calle Divina Aurora de El Verger, la zona cero de la catástrofe, que fue donde murió la vecina de 90 años Encarna Sánchez, el agua alcanzó dentro de las casas los dos metros de altura. Algunos vecinos no han querido borrar la marca de la inundación. Esta calle está junto al cauce, hoy seco, del Girona. Aquel 12 de octubre la crecida fue brutal. El río se salió con furia. En El Verger, 260 casas quedaron anegadas. En Els Poblets, pueblo partido también por el Girona, el agua entró en 400 viviendas. En estos dos municipios, 38 casas sufrieron derrumbes parciales o estropicios estructurales. Acabaron demolidas. Mientras, en Calp, el desbordamiento de los barrancos del Quisi y el Pou Roig arrambló con 1.200 vehículos. Un centenar de comercios se inundaron en este municipio y 50 edificios resultaron dañados.

La Confederación Hidrográfica del Júcar (depende del Ministerio de Medio Ambiente), en el plan director de defensa de inundaciones de junio de 2013, ya advertía de que las obras de emergencia, ante episodios torrenciales como aquel (400 litros por metro cuadrado), no salvarían a la comarca de una nueva riada.

Los trabajos de emergencia se han revelado, por tanto, estériles. En Calp, la CHJ invirtió 7,9 millones de euros para aumentar la capacidad de los barrancos del Quisi y el Pou Roig. Pero la amenaza persiste ya que estos dos cauces se unen justo cuando entran en la zona urbana. Se produce un estrangulamiento. Y ese problema de cauces comprimidos es generalizado. El urbanismo los ha estrechado. Además, los barrancos vuelven a estar este otoño repletos de cañas.

También obras como la de colocar grandes marcos de hormigón debajo de las calles que se anegaban chocan con problemas de mantenimiento. El gran canal subterráneo de la calle Luxemburgo de Calp está obstruido por la arena que el mar introduce. La propia CHJ advierte ahora de que debió hacerse un canal a cielo abierto.

De los 13 millones de las obras de emergencia, la inversión más fuerte fue la de Calp y la del Girona, de 3,8 millones. En este río, la CHJ apuesta ahora por las presas de laminación (la primera, junto a la presa fallida de Isbert, costaría 39 millones de euros) y por demoler los actuales puentes y construir otros nuevos sin apoyos en el cauce (el tablero iría suspendido) para evitar lo que también ocurrió hace diez años, que las cañas y arrastres rebajen la capacidad de desagüe.

Así pues, tras una década, todo está por hacer.

Conmemoración en El Verger

La Plataforma Ciutadana Riu Girona ha organizado para este sábado en El Verger una jornada por el décimo aniversario de la riada. Por la mañana, se abordará aquella catástrofe desde un punto de vista más técnico y, por la tarde, los vecinos recordarán cómo vivieron el fatídico día. El arquitecto Pepe Puchol explicará cómo se pueden adaptar las casas para minimizar el peligro de inundación.