«La sostenibilidad no es barata, pero sí rentable», afirmó ayer el alcalde de Xàbia, José Chulvi, del PSPV, quien ahora, tras el verano, se muestra más que convencido de que cerrar en julio y agosto la cala de la Granadella a los coches «ha sido un acierto». El próximo verano el ayuntamiento irá un paso más allá. El autobús que habilitó para que los bañistas pudieran bajar a esta playa dejará de ser gratuito. «Fijaremos un precio muy asequible, equiparable al del transporte público. Nadie va a dejar de ir a la Granadella por pagar un euro o euro y medio», avanzó Chulvi.

La verdad es que los bañistas que cogían el autobús eran los primeros sorprendidos cuando les decían que era gratis. El alcalde sostuvo que si se paga algo «la gente valora más el servicio». Apuntó que los vecinos y empresarios de la cala de la Granadella también ven «interesante» la posibilidad de cobrar un tique.

Al ayuntamiento, como desveló la concejala de Servicios, Kika Mata, en el pleno del jueves, el autobús le ha costado 43.000 euros. 33.ooo corresponden a la contratación de los dos autocares que bajaban y subían a los turistas y 10.000, a la instalación de barreras y a los sueldos de los controladores.

«Es una inversión en sostenibilidad y en dar valor a una de las calas emblemáticas de la Comunitat Valenciana. Considero que es un dinero bien gastado», subrayó ayer Chulvi, que incidió en que el cierre al tráfico ha sido «flexible» y que los controladores y la policía local han dejado cada día que bajaran a la Granadella unos 170 vehículos, que es la capacidad de plazas de la zona de detrás de la Avinguda del Tio Català y de un tramo del vial del Pic Tort.

Los autobuses han echado la tira de viajes. Los han utilizado en julio y agosto unos 15.000 bañistas. En agosto, 8.797 personas bajaron en autobús. El 16 de ese mes, tras arreglar el ayuntamiento a toda prisa el destrozo que en la cala causó la tormenta, se marcó el pico de 597 usuarios. Precisamente las lluvias torrenciales y los temporales provocaron que durante cinco días de ese mes no se prestara el servicio.

El munícipe recordó ayer que el cierre a los coches de esta playa también fue consecuencia de la prohibición de la Confederación Hidrográfica del Júcar de que se aparcara en el barranco, que era la gran bolsa de estacionamiento de la Granadella. Y menos mal. La tromba de agua del pasado 12 de agosto provocó que la rambla bajara con tanta violencia que abrió en canal la cala. «No quiero ni pensar qué hubiera ocurrido con el barranco con coches y caravanas», advirtió Chulvi.

La apuesta por la sostenibilidad, que también llevó al ayuntamiento a balizar en el verano de 2016 las cuevas marinas (impidió así que entraran motos acuáticas y embarcaciones a motor), llegará el próximo verano a la cala de la Barraca o el Portitxol. Así lo confirmó ayer el alcalde. Xàbia no quiere más colapsos de coches. Además, este verano ha quedado demostrado que a los bañistas no les molesta caminar para bajar a Ambolo o por la senda que lleva a la Sardinera. Las medidas todavía hay que estudiarlas. Pero consistirán en liberar de coches el último tramo del acceso a la Barraca y acostumbrar a los turistas a estirar las piernas. Ahora aparcan también en el quinto pino y les toca caminar.

Tras la experiencia de la Granadella, el Ayuntamiento de Xàbia ya no da pasos atrás en su política de preservar el valor ambiental de sus calas. Y la próxima semana, en la junta rectora del Montgó, se abordará cómo evitar las muchedumbres en la Cova Tallada.