A La Granadella ya no le caben más cicatrices. No hace ni un año que un incendio arrasó este paraje de punta a punta. Ardieron 812 hectáreas. Las llamas llegaron hasta la cala. El agua ha completado ahora la destrucción. El barranco de La Granadella, que hasta antes de este verano se usaba como vial y aparcamiento, se convirtió en minutos en una violenta torrentera. El agua abrió una gran cicatriz en la cala. Arrancó señales y se llevó por delante media playa. También arrastró al mar más de 50 hamacas.

Por suerte, está prohibido aparcar. Si los coches hubieran taponado la salida de agua, la seguridad de los vecinos y turistas de las casas de la cala se hubiera visto muy comprometida. Con todo, entró agua en algunas viviendas y restaurantes.El Ayuntamiento se puso ayer manos a la obra. Empezó a retirar los arrastres del barranco. La prioridad era dar acceso a casas incomunicadas. También empezó a gestionar con Costas los permisos para aportar grava cuanto antes a La Granadella.