Los museos frenan el declive de cascos antiguos que respiran historia pero pierden vecinos y vida. Los comerciantes del centro histórico de Xàbia le han puesto una vela a Joaquín Sorolla y otra al modisto Cristóbal Balenciaga. Quieren que el artista que plasmó como nadie «la esmeralda colosal» del mar de Xàbia y el diseñador que fue leyenda de la alta costura tengan un museo en un municipio al que ambos estuvieron vinculados. Sorolla pintó en Xàbia algunos de sus mejores lienzos. Balenciaga también se enamoró del pueblo; falleció de un infarto en 1972 cuando pasaba sus vacaciones en el parador xabienc.

La asociación de comerciantes y empresarios Xàbia Histórica ya ha trasladado al ayuntamiento su ambicioso proyecto para revitalizar el núcleo antiguo. Su presidente, Juan Planelles, detalló ayer las propuestas. La de más lustre es la de llegar a un acuerdo con los propietarios de la Casa Bover (un casoplón del XIX situado en pleno corazón del centro histórico) para crear allí el Museo Sorolla. Ese espacio analizaría la relación del artista con Xàbia, plasmada en luminosos paisajes y guiños costumbristas. Hace más de una década el Museo Sorolla de Madrid ya cedió durante un verano varias obras para que se expusieran en el casco antiguo de Xàbia. Miles de visitantes visitaron la muestra.

Planelles avanzó que la familia propietaria de la Casa Bover no pondría pegas. Pero restaurar el inmueble, que lleva mucho tiempo deshabitado, vale un potosí. Un museo no arranca de la noche a la mañana.

El museo que se dedicaría a Cristóbal Balenciaga, modisto que se codeó con Coco Chanel y Christian Dior y que, al contrario que ellos, nunca se plegó al prêt-à-porter, sí se ubicaría en una casa que ya es propiedad municipal. Los comerciantes plantean que el palacio del siglo XV dels Xolbi (Casa Candelaria), que ya está medio restaurado, recuerde cómo se cosió la pasión de Balenciaga por Xàbia.

Los comerciantes también piden al ayuntamiento que reactive el mercado municipal, que es un precioso edificio moderno, pero de piedra tosca y traza gótica. Advierten que su futuro pasa por transformarlo en un «gastro-mercado». Apuestan por convertir las casas abandonadas en negocios con encanto (hoteles y tiendas chic). También reclaman que se dé vida al Central Cinema, un viejo cine municipal que amenaza ruina. Además, no se olvidan de que la Plaça de l´Església tuvo no hace tanto un coqueto pavimento de empedrado. Se arrancó para colocar losas de granito traído de China. Los comerciantes quieren que se recupere el piso de cantos rodados.