Sí, cada cala es un mundo. Pero todas tienen los mismos problemas: la masificación y los coches. En Xàbia, el cierre al tráfico de la Granadella la ha convertido en un remanso de paz. Mientras, el pasado viernes el Ayuntamiento tuvo que prohibir que se aparque en la calle que baja a Ambolo, una playa que, aunque clausurada desde 2006 por desprendimientos, atrae cada verano a más y más bañistas. Pero no hay manos. Liberadas estas dos calas de tráfico, ahora el caos se ha apoderado de la Barraca, también conocida como playa del Portitxol.

El colapso de coches se ha hecho este verano aquí más evidente. Quizá, como apuntó el alcalde y edil de Turismo de Xàbia, José Chulvi, esa percepción surge del contraste de la pacificada (en términos de tráfico) Granadella. La Barraca vive jornadas infernales de coches. Ayer mismo, con vehículos aparcados a ambos lados de la calle que baja a la cala, quedaba un estrecho pasillo en el que se armaba el lío cuando coincidían (y ocurre a cada rato) coches que suben con otros que bajan. Entre algunos conductores cunde el nerviosismo. Los más previsores aparcan calle arriba. Así evitan recular y meterse en el berenjenal de tráfico.

El alcalde avanzó ayer que, cuando acabe el verano, se tomarán medidas para evitar el colapso de coches en la Barraca. Dijo que se estudiarán de forma integral todos los problemas de acceso del litoral de Xàbia. Advirtió, eso sí, de que cada cala tiene sus peculiaridades y que la solución que se adopte en la Barraca no tiene por qué ser la de la Granadella, donde los bañistas se olvidan del automóvil y bajan en un autobús gratuito.

Chulvi dijo que se están recopilando datos de la presión de vehículos en los accesos al litoral y, antes de que acabe el año, el Ayuntamiento ya tendrá claro qué medidas tomará el próximo verano para evitar atascos y garantizar que los vehículos de emergencia sí puedan llegar a las calas.

Una conclusión que ya se puede sacar del actual verano es que a los bañistas no les duele caminar. Calas como la del Francés o la Sardinera, a las que se baja por una senda, también están a reventar.