El primer día en que el acceso a la cala de la Granadella de Xàbia está restringido y solo se permite el paso a los residentes o empresarios de la zona está marcado por dos polos antagónicos de opiniones. Los bañistas y turistas toman la decisión municipal, dirigida a proteger el entorno de la playa que sufrió un terrible incendio en septiembre del año pasado, con normalidad, mientras que los empresarios están muy preocupados por las cuestiones de seguridad de toda la zona.

Algunos bañistas lamentan no poder bajar con el coche hasta la cala, pero agradecen que haya un servicio de autobús gratuito y con frecuencias de 20 minutos. Los extranjeros son los que están más de acuerdo con la medida, según comentan algunos mientras esperan el minibús.

En la otra parte, la mayoría de los empresarios de negocios de la zona, que al margen de la previsible afección a sus ingresos, están muy preocupados por la seguridad de los bañistas. De hecho, uno de ellos asegura que no "hay un plan de evacuación previsto" para los más de un millar de bañistas que se concentrna en la recóndita cala xabiera en los sábados de agosto.

Además, se preguntan como van a salir los bañistas una vez concluya el servicio de autobús a las 19.00 horas de la tarde, al tiempo que auguran atascos y colas entre las 17.00 y las 19.00 horas, "que es la hora a la que se va la gente de la playa".