La Vall d'Ebo ha perdido en los últimos 50 años la mitad de su población, que ahora es de 243 vecinos. El éxodo resulta lento, pero imparable. Cada año hay una casa nueva que se cierra y se queda vacía. No hay renovación demográfica. En los últimos cuatro años no ha nacido aquí ningún niño. Mientras, hay tres niños que tienen entre 5 y 9 años. Los grupos de edad más numerosos son el de entre 50 y 54 años (27 vecinos) y el de entre 55 y 59 (otros 25 más).

El envejecimiento de la población es un hecho. El indicador de maternidad (población menor de 5 años respecto a las mujeres en edad fértil) es de un 0%. Mientras, la tasa de envejecimiento (relación de la población dependiente anciana respecto a la infantil) se sitúa en el 661,5%.

Como otros pueblos de la montaña de la Marina Alta, La Vall d'Ebo intenta engancharse al turismo rural. Cuenta con rutas de senderismo y con la Cova del Rull. La cereza no tiene aquí fuerza como en La Vall de Gallinera y La Vall de Laguar. El pueblo mantiene un cultivo tradicional, el del «perelló», una manzana dulce con forma de pera, pero la variedad declina. No hace tanto los vecinos de la comarca subían a abastecerse de esta fruta, que aguanta mucho tiempo. Ahora Dénia, dado que el título de ciudad creativa de la gastronomía de la Unesco le obliga a recuperar cultivos autóctonos, debería echarle una mano al olvidado «perelló».