La tarde de pesca era propicia. «Habíamos capturado tres tiburones, que soltamos, y acabábamos de pescar un atún enorme de unos 350 kilos», explicó ayer Julián Pascual, el patrón de la embarcación de recreo Ricardo Noveno, que tiene el atraque en el club náutico de Moraira. Pero en un abrir y cerrar de ojos todo se torció. La cubierta empezó a llenarse de agua. El barco, de 7 metros de eslora, sufrió una gran vía de agua. Julián se apresuró a soltar el arnés de uno de sus dos compañeros. «No me dio tiempo a coger ni los chalecos ni las bengalas». El barco se levantó de proa y se fue a pique. El patrón también intentó sumergirse y colarse por una ventana a rescatar el material de salvamento. Pero ya era tarde. Le llegó justo para marcar el número de teléfono de un amigo, que descolgó. Sin embargo, el móvil se mojó y ya no hubo forma de entablar contacto.

Así, en pocos minutos, los tres aficionados a la pesca deportiva debían ingeniárselas para sobrevivir en alta mar.

El naufragio ocurrió a unas 9 millas del Cap de la Nau de Xàbia a las 17 horas del miércoles. Los tres confiaban en que los encontraran antes del anochecer. Con todo, sabían que nadie los echaría en falta hasta horas después.

«Nos agarramos a una caja de sardinas. Era de plástico y flotaba. También recogimos todos los plásticos que pudimos del naufragio. Nos los liamos al cuerpo porque sabíamos que si pasábamos muchas horas en el agua debíamos combatir el frío».

Asidos a la caja y sin parar de mover las piernas para mantenerse a flote, los tres náufragos resistieron nada menos que 18 horas. Hasta las 12 horas de ayer, tras buscarlos Salvamento Marítimo incluso con un helicóptero y un avión durante toda la noche, los localizó un velero francés.

«Antes de anochecer, vimos cinco barcos mercantes y gritamos pidiendo socorro, pero pasaron de largo», relató Julián. «Sí, al final estábamos muertos de frío. Cada hora en el agua, la temperatura del cuerpo baja un grado».

El patrón dio ánimos en todo momento a sus compañeros. Asegura que nunca se le pasó por la cabeza que pudieran morir. «Eso nunca lo puedes pensar».

El velero los halló a unas 20 millas de donde habían naufragado. La marea los arrastró hasta más allá de Gandia. Sobre las 14 horas de ayer, una patrullera de la Guardia Civil desembarcó a los tres náufragos en el puerto de Moraira. Nada más pisar tierra, se fundieron en abrazos con sus familiares. José Ramón y Andrei fueron trasladados en ambulancia al centro de salud de Teulada. Sufrían hipotermia y tenían las piernas agarrotadas. Julián era un manojo de nervios. Seguía sin dar crédito a cómo se hundió su embarcación tan rápido. Al igual que sus compañeros, estaba extenuado pero contento por el desenlace.

Por otro lado, siete personas, entre ellas un agente de Policía Local, fueron rescatadas ayer en la playa de la Fustera de Benissa tras haber sido arrastradas por la fuerte marea. Todas ellas se encontraban en buen estado de salud.