Los expertos no se vuelven locos con las flores. Sí, la explosión de gladíolos silvestres en una ladera de lapiaz arrasada hace seis meses por el incendio que carbonizó 812 hectáreas (689 forestales) en Xàbia y el Poble Nou de Benitatxell resulta muy fotogénica. Alimenta la esperanza de que las montañas de les Cansalades y, sobre todo, de la Granadella recuperen pronto el verdor. Pero la floración de gladíolos no deja de ser «una curiosidad». Así opina el biólogo municipal de Xàbia, Ignasi Astor, quien sí desvela que dónde la regeneración va a toda mecha es en la cara sur de la playa de la Granadella. Allí, subrayó, las condiciones de humedad son «excelentes».

Una de las imágenes más impresionantes del fuego de septiembre fue la de las llamas devorando la bella cala de la Granadella. Ahora la ladera de su extremo sur, que es bastante umbrosa y destaca por su riqueza botánica (aquí arranca la senda que lleva al Castell de la Granadella), reverdece de nuevo y con fuerza.

Las lluvias de este invierno y la feracidad de estos suelos rojos han ayudado a que las especies rebrotadoras borren ya el negro de las cenizas. El ayuntamiento actuó pronto en esta ladera, que es muy escarpada, para reducir al máximo la erosión que se produce tras un incendio. Con las ramas y troncos de los pinos calcinados creó fajinas que han evitado la pérdida de suelo.

El biólogo municipal explicó ayer que ya han rebrotado especies arbustiva autóctonas como el lentisco (Pistacia lentiscus), la coscoja (Quercus coccifera), el aladierno (Rhamnus alaternus) o el espino blanco (Crataegus monogyna). También han surgido plantas típicas de suelos húmedos, como la madreselva (Loniera) o ramilletes de flores silvestres de silene, en concreto la Silene colorata.

Por supuesto, el palmito o margalló (Chamaerops humilis) también ha echado hojas verdes. Esta especie es bien curiosa. El tronco sigue carbonizado, pero las nuevas palmas constatan la resistencia de estas pequeñas palmeras al fuego.

Han bastado seis meses para que se produzcan los primeros milagros botánicos en la Granadella. Pero la regeneración no va en las 812 hectáreas al mismo ritmo. En la cara norte de la playa, la erosión sí ha sido más fuerte. Esa ladera sigue mostrando un aspecto desértico, devastado. Y lo mismo ocurre en las vertientes de los barrancos de este paraje litoral. Los arrastres de tierra por las lluvias han reducido al mínimo algunos suelos. Además, hay que tener muy presente que la Granadella ya ardió en el año 2000.

Mientras tanto, la actividad en las urbanizaciones en las que el fuego ocasionó grandes destrozos no es tan frenética como en los primeros días. La mayor parte de los propietarios han reparado los daños que en sus casas dejó el fuego, pero también hay chalés en los que allí siguen los setos y los techados calcinados. Las viviendas destruidas por las llamas también continúan igual. Allí el tiempo se ha detenido. Los vecinos no olvidarán nunca el drama de un incendio del que Xàbia tardará en recuperarse muchos años.