La arquitectura se toma a veces la libertad de desafiar a la ley de la gravedad. El Grupo VAPF está construyendo en una parcela privilegiada del Puig Llorença, en el Poble Nou de Benitatxell, una vivienda con vocación de icónica. Está en obras y ya destaca. El hormigón le imprime fuerza. Pero su singular diseño le da un aire liviano, sorprendente. El chalé parece que levita.

La vivienda se levanta en una de las parcelas más altas del Puig y de la urbanización de la Cumbre del Sol. Rompe esquemas constructivos. Lo habitual, en laderas tan escarpadas como ésta, es escalonar la vivienda; adaptarla a la pendiente. «Estructuralmente, se encuentra flotando sobre el terreno, anclándose al mismo únicamente en su parte posterior», explicó el arquitecto del Grupo VAPF Alonso López Fabia, quien en este proyecto ha seguido indicaciones muy precisas del propietario. El dueño tenía muy claro que quería vivir en un espacio singular, casi aéreo.

La estructura de hormigón está diseñada para contrarrestar la gravedad. Los muros traseros son gruesos y están fuertemente cimentados. Cumplen la función de contrapeso. Esa solución técnica permite que las habitaciones, el salón, la terraza e incluso la piscina floten. Un antecedente claro es el de la Casa de la Cascada de Frank Lloyd Wright, que está en parte suspendida sobre un salto de agua.

La única concesión a la gravedad es que, cuando esta vivienda del Puig Llorença esté acabada y la piscina llena, se asentará en el terreno y bajará un centímetro o centímetro y medio. Así lo explicó ayer el director gerente del Grupo VAPF, Pedro Soliveres. «Sí, está todo calculado», dijo. Mientras, el arquitecto precisó que la estructura de hormigón «hará las veces de piel del edificio». El acabado de hormigón visto obliga a «un estricto control de la ejecución, de manera que se minimicen los defectos constructivos, ya que estos no se podrán ocultar o disimular con ningún tipo de revestimiento. El resultado inicial va a ser el resultado final», explicó Fabia.

El hormigón también se integra mejor en el paisaje. Además, subrayó Soliveres, al eliminarse los muros que sustentan la vivienda se atempera el impacto.

El arquitecto incidió en que el proyecto surge de «la necesidad de dar respuesta al potente entorno» de esta montaña de Benitatxell que se asoma al mar. Calificó el emplazamiento de «irrepetible», de «oportunidad única». «Nos encontramos ante hitos tan potentes como el Cap de la Nau de Xàbia o el Penyal d'Ifac de Calp. Deben formar parte de la arquitectura; no deben ser ignorados».

Además, la vivienda aspira a «atrapar el horizonte», a absorber lo que el arquitecto llama la «envolvente azul». El interior es llamativamente sencillo, diáfano. El lujo es el paisaje, que inunda la casa a través de los grandes ventanales. «No tiene la vocación de permanecer anclada en el suelo, levanta el vuelo hacia el Mediterráneo», apostilló su arquitecto.

Este proyecto suelta también amarras con la nueva arquitectura que se está imponiendo en el litoral de la Marina Alta. La construcción se ha reactivado en los acantilados. Los chalés al principio sorprendían por sus líneas rectas y sus grandes cristaleras. Ahora resultan uniformes. En cambio, esta vivienda suspendida en el aire sí aporta originalidad y soluciones novedosas. Su arquitecto recalcó que en su diseño también late «el reto de la sostenibilidad». Aseguró que, pese a que el hormigón haga pensar en que la climatización dispara el consumo de energía, ocurre justo lo contrario. Los materiales y las soluciones técnicas «minimizan el consumo».