Los cerdos vietnamitas de la plaga de Xàbia le han cogido gusto a la libertad. Rachael y Hannah adoptaron veinte de estos animales que han proliferado en el Saladar de Xàbia. Lo hicieron con toda la buena voluntad. Buscaron una parcela y la vallaron. No querían que los cerdos acabaran sacrificados. Pero los puercos se les escaparon la noche del sábado. Hicieron un agujero en la tierra, bajo la valla, y se fugaron. Vuelven, eso sí, al cercado a comer. Pero se largan de nuevo.

Los vecinos no se han tomado nada bien que los cerdos, cuya población va a más, ya que había dos hembras preñadas y han parido, campen a sus anchas. La dueña del terreno ha exigido a Rachael y Hannah que busquen otro hogar para los animales. Rachael asegura que la propietaria le ha advertido que, si no desalojan la parcela, acudirá con un veterinario y «dormirá»(un eufemismo de sacrificar) a los animales.

Las dos adoptantes hacen un llamamiento para que alguien les ceda un nuevo terreno. Ellas se seguirían encargando de cuidar a los cerdos y de llevarles comida. Los adoptaron para reducir la plaga que se desató en el Saladar de Xàbia tras escapárseles a un vecino los primeros cerdos vietnamitas.