La Guardia Civil ha detenido a un hombre de 34 años de Beniarbeig por presuntamente haber realizado doce robos con fuerza en diversas fincas de municipios cercanos, de donde extraía artículos que después vendía a una chatarrería de la localidad de Palma de Gandía (Valencia).

Por su parte, al propietario de ese negocio y a su trabajador, ambos también de 34 años pero residentes en Gandía (Valencia), se les imputa un supuesto delito de receptación por vender esos artículos a particulares aun conociendo su procedencia, según ha informado el instituto armado en una nota de prensa.

La investigación, llevada a cabo por agentes del Equipo Roca de la Guardia Civil de El Vergel, se inició tras tener constancia de una serie de robos en una misma vivienda de la localidad alicantina de Sanet y Negrals (utilizada por su legítimo dueño como almacén de herramientas y material de fontanería) y en una caseta de obra de Beniarbeig.

El modo de actuar era el mismo en todos los robos: el autor llegaba en vehículo a la parte trasera de la vivienda, donde había un terreno abierto, y, una vez allí, escalaba el muro para acceder al interior de la propiedad.

Fue precisamente el vehículo, que todos los vecinos entrevistados ubicaban por las inmediaciones en los días de robo y con actitud sospechosa, lo que acabó llevando a los agentes hasta el presunto ladrón.

Al mismo tiempo, la Guardia Civil determinó que una chatarrería de la localidad de Palma de Gandía (Valencia) era la principal receptora de todo este material sustraído, ya que las facturas corroboraban que las fechas de venta de los efectos coincidían con las fechas de los hechos delictivos.

La posterior inspección así lo determinó, pues se encontraron muchos de los objetos robados que, finalmente, fueron identificados "sin ningún género de dudas" por parte de sus propietarios, según las mismas fuentes.

Entre los efectos había compresores, bombas de agua, motobombas, una máquina de coser, un microondas, una radial, sopletes de taladro, taladros, bobinas, cepillos eléctricos, calentadores, gatos de coche, planchas de aluminio, abundante material de grifería y tuberías de plomo, y gran cantidad de herramientas, entre otros.

El minucioso estudio de las facturas aclaró que estos objetos se anotaban y pagaban como chatarra, a pesar de no serlo, y que los dueños del negocio habrían pagado al autor de los robos unos 15.000 euros, precio muy por debajo de su valor real.

Igualmente, se ha averiguado que dicha chatarrería es muy conocida entre los delincuentes habituales, por ser asidua a la compra de efectos sustraídos, vendiéndolos, a su vez, en el mercado ilícito a clientes particulares.

El chatarrero y su empleado están investigados pero no fueron detenidos, mientras que el presunto autor de los robos sí fue arrestado, aunque ahora está en libertad con cargos tras pasar a disposición judicial.