Mientras los políticos, comenzando por el presidente de la Generalitat, Ximo Puig, y acabando por el de la Diputación, César Sánchez, se han volcado estos días en elogios, al punto de tratarlos de «héroes», ellos, los bomberos -los brigadistas-, han esperado a que las llamas dejaran paso a los rescoldos para alzar la voz y entonces, sólo entonces, hablar. El Sindicado de Policías y Bomberos (SPPLB) se sumó ayer a las críticas hechas el miércoles por CC OO sobre lo que no se ha visto durante los cinco largos días de lucha contra el fuego y que traducen en una «descoordinación, corporativismo» que ha tenido, dicen, consecuencias: «Más hectáreas calcinadas y peor aprovechamiento de los recursos», sentencian. Como nadie sabe del fuego más que ellos, deberían escucharles.

El SPPLB hizo pública ayer una carta abierta, un manifiesto en el que explican cuál es la situación de los bomberos forestales, «son "autonómicos" pero la Generalitat los "subcontrata a través de Tragsa, una empresa estatal" con una megaestructura de puertas giratorias con más de 200 directivos de fortuna que cobran más que el presidente del Gobierno»

Este modelo externalizado, aseguran, contribuye «generosamente a la explotación de los profesionales» y en vez de entender a los bomberos como lo que son, como un cuerpo autonómico -«y esto debería ser una virtud a la hora de mover medios entre provincia», los encomienda a un cuerpo estrictamente provincial, asegura. De ahí la descoordinación y el corporativismo, según el SPPLB.

Quien ha trabajado en la extinción del fuego, dice el sindicato, no cobra a través de la Administración sino de Tragsa, «una fórmula de pago indirecta» que supone el que «la Generalitat cumple expediente y deja a sus trabajadores a merced de la voracidad empresarial y el corporativismo de los consorcios provinciales». Sobre las condiciones en las cuales han tenido que trabajar, añaden: «Tragsa es en el único lugar donde han llegado a darnos bocadillos de dos días después de estar peleando horas y horas contra el fuego (...) aunque los bocadillos -rellenos de lo que sea y entregados a cualquier hora- son sólo la punta del iceberg, algo simbólico».

El SPPLB afirma que las unidades tuvieron que abonar de su bolsillo los peajes de la autopista que llevaba al incendio para evitar carreteras secundarias con el lógico retraso.

¿Cuál es su sueldo? Mil euros mensuales, que lleva una década congelado, por 15 guardias localizadas al mes -«a menos de 0,50 euros la hora- y otras 15 guardias presenciales. Las jubilaciones llegan a los 67 años y las enfermedades profesionales no las tienen reconocidas, con contratos de «peón agrícola» y «enchufismo o imposibilidad de promoción interna», según el sindicato. Por no estar de acuerdo, no lo están ni con el término con el cual se les reconoce: brigadistas, «ese término vago y vulgar que no dice nada de lo que somos ni en qué trabajamos».

Tragsa aseguró ayer en un comunicado que la denuncia sobre el avituallamiento de los brigadistas es «falsa y malintencionada», y que «no le consta reclamación o reivindicación oficial alguna por parte de ningún trabajador».