Una roca de diez metros de altura del litoral del Tangó, en el cabo de Sant Antoni de Xàbia, se ha convertido para muchos jóvenes en el trampolín más adrenalítico del verano. Pero no les basta con el subidón de lanzarse al mar desde el acantilado. Quieren inmortalizar el instante, el abrir y cerrar de ojos en el que caen al mar. De ahí que, como muestra la imagen, la gracia del salto esté en fotografiarlo o captarlo en video.

No es tirarse y punto. Si lanzarse desde el acantilado ya entraña riesgos, hacerlo de esta roca, que está un pelín abombada, obliga a coger carrerilla e impulsarse con fuerza. Los jóvenes, además del vértigo, deben superar el miedo de medir mal y no salvar la comba que dibuja la piedra.

El peligro de estos saltos está constatado. Hace una semana la Cruz Roja ya rescató en el Tangó a un menor que cayó mal y se dio una costalada de aúpa. Se retorcía de dolor por el fuerte golpe en la zona lumbar y los tobillos. En otros puntos del litoral de los que se salta desde el acantilado, como Ambolo, también se producen accidentes cada verano. El impacto contra el mar al tirarse desde tanta altura es tan fuerte que, desde la terraza del restaurante Tangó, situado a más de 300 metros de esta roca, se escucha el splash seco de los jóvenes al entrar en el agua.

Este trampolín del Tangó se ha puesto de moda entre los adolescentes. Está cerca del puerto y se llega tras caminar unos diez minutos por una senda que se bifurca de la que sube al cabo de Sant Antoni. Los chavales trepan a la ruina de una antigua plataforma de salvamento de náufragos. El topónimo de Tangó de este litoral surgió, precisamente, por la semejanza de esa plataforma con la pasarela o botalón que desplegaban en la proa los buques de guerra y que, en el argot marinero, se conocen como tangón. En lo que queda de esa plataforma, los chavales toman carrerilla y dan el salto. Plástico y peligroso. La foto del verano.

Prohibición en las playas de la Granadella, l´Arenal y el Moraig

Los saltos desde el acantilado están prohibidos en las playas de la Granadella y l´Arenal (en su extremo sur hay un saliente rocoso), en Xàbia, y en la cala del Moraig, en el Poble Nou de Benitatxell. Los socorristas reprenden sin cesar a los bañistas que se hacen los locos y se tiran desde los cortados.