Reapertura y apretura. El Peñón de Ifach de Calp vivió ayer una avalancha. De visitantes. Tras quince meses cerrada la senda que sube a su cima, a 332 metros sobre el nivel del mar, este parque natural recuperó el trajín. La conselleria de Medio Ambiente ha conseguido que la senda, en concreto el tramo desde el túnel hasta la cumbre, sea segura. Pero en el Peñón hay que cumplir normas que más de un senderista se toma a guasa. Desde el túnel hacia arriba, está prohibido que suban menores. Ayer, sin embargo, muchas familias con niños pequeños se hicieron los longuis. También está prohibido ascender calzado con chanclas. Pero, igualmente, hubo excursionistas que pensaron que el camino era fácil (para nada, ya que hay tramos de mucha piedra y resbaladizos) y se aventuraron en chancletas.

El Peñón recobró ayer el pulso. Y lo hizo con el latido apresurado de más de 3.000 senderistas. Durante la mañana, 1.540 personas franquearon los tornos de acceso al sendero. Al final del día, que salió nublado y un pelín desabrido para ir a la playa, más de 3.000 personas se habían echado al monte.

Este parque natural, de 45 hectáreas, es quizás el más icónico de la Comunidad Valenciana. Y depara muchas sorpresa. En su cima, pese a que ha estado quince meses sin que nadie la hollara, resisten al menos cuatro gatos. Antes de cerrarse la senda, ya había aquí una colonia felina. Los propios excursionistas daban comida a unos gatos que se han habituado a una cumbre un punto inhóspita. No temen a las agresivas e invasoras gaviotas patiamarillas, ahora desaparecidas del Peñón por el calor.

«¡Qué monada!», exclamó una joven ayer al descubrir a los gatos. «Son gatos. Los monos están en el Peñón de Gibraltar», ironizó su novio.

Las obras para reabrir la senda se iniciaron hace dos meses y las han llevado a cabo operarios de Vaersa y la brigada de este parque natural. A la conselleria le han costado unos 40.000 euros. Ahora los tramos de senda colgados del acantilado son más anchos y seguros. Y tienen, al igual que el túnel, pasamanos de cuerdas y cadenas a los que los senderistas se agarran a veces con ambas manos. Con todo, subir al Peñón no es coser y cantar. Hasta el túnel sí porque el camino está empedrado. Pero el trozo que luego queda hasta la cima tiene trechos que patinan y en los que hay que trepar. Pero la excursión es un lujo. Y las vistas asombran. La cima fue ayer territorio selfie. Y un chaval capturó un pokémon, la nueva fauna virtual.