Los viajeros todavía ayer preguntaban a qué hora salía el próximo tren. El miércoles ya no circuló ninguno. Ferrocarrils de la Generalitat Valenciana (FGV) suspendió temporalmente los trayectos entre Dénia y Calp. La vía del centenario «trenet » de la Marina Alta, tras años de abandono, está deteriorada y no es segura. Pero los viajeros seguían entrando en las estaciones y pedían a los trabajadores el billete de ferrocarril. Se daban de bruces con la línea cerrada. «¿Y ya no hay tren?», inquiría una mujer de 67 años que quería cogerlo en Teulada para ir a Altea. «No, señora. Ahora debe coger el autobús», le contestaba el responsable de la estación.

Y si el tren era en este tramo de Calp a Dénia, que atraviesa la abrupta Garganta de Gata, el Ferrandet, el Barranc del Quisi o la ladera de la Serra d'Oltà, sinuoso, el autobús todavía da más vueltas. FGV ha querido mantener todas las paradas. Todas excepto la de la estación de Benissa, que se ha trasladado a la entrada del municipio, junto al bar Frau.

El autocar, de 50 plazas, para ir de Dénia a Calp y viceversa callejea, transita por carreteras secundarias, pasa de largo de alguna parada para buscar un espacio amplio en el que dar la vuelta, se mete en los atascos de la travesías urbanas de la N-332 en Gata y Benissa. La única ventaja es que sí pueden circular dos autocares, uno en cada sentido, mientras que el «trenet» era de vía única.

El gerente de Ferrocarrils, Ángel García, aseguró que con el autobús la frecuencia de 75 minutos con la que pasaban los trenes, que por motivos de seguridad no podían exceder los 40 km/h, se reduciría a 60 minutos. Pero ese propósito de momento es una quimera. «Los autobuses están llegando a Teulada con retrasos de 15 y 20 minutos. Al final, sólo lo van a coger jubilados y turistas sin prisa», explicaron los viajeros que los esperaban en esta estación, casi equidistante de Dénia y Calp. Aquí los autobuses pasan de largo. Suben por la calle hasta encontrar un espacio donde dar la vuelta. No llevan carteles que indiquen si van a Dénia o a Calp. Y los viajeros se despistan. «Son detalles que se deberán corregir», indicó el responsable de la estación que, para evitar que los usuarios siguieran entrando en un andén por el que ya no circulan trenes, precintó los accesos. «Así no entran y, además, me preguntan qué pasa y les explico que ahora tienen que coger el autobús, porque la mayoría todavía no los saben», indicó.

Para los trabajadores es un marrón explicar cuánto tiempo permanecerá cerrada la línea de tren. Se encogen de hombros. Pero se da por hecho que la Marina Alta estará sin tren al menos año y medio. Ahora el cordón umbilical de la comarca con el mundo es la AP-7, de peaje, claro, y la N-332, carretera que mantiene numerosos puntos negros.

Los autobuses, desde luego, no son todavía la panacea. En Dénia, salen de la calle Patricio Ferrándiz para evitar meterse en al estrecha calle de la estación de FGV. Por la avenida Joan Fuster, se dirigen a los apeaderos de Alqueries y la Pedrera. Luego, entran otra vez en el meollo de Dénia para dirigirse a la Xara. El recorrido es casi laberíntico. Será difícil ganarle tiempo a un viaje con tanto giro. Los trabajadores de FGV toman, eso sí, nota. Seguro que la parada de Benissa no es la única que se mueve. «Y ahora, en pleno verano, el tráfico es en toda esta zona muy denso», comenta un usuario escéptico ante ese anuncio del gerente de FGV de que el autocar correrá más que un tren que, al menos, esquivaba los atascos.