El urbanismo ha salido de la crisis en Calp a estirones. El nuevo hotel que construye el grupo Sol y Mar ya ha tocado techo. Ha llegado a las 34 alturas y es, con diferencia, el edificio más alto del «skyline» calpino. Se abrirá en 2017. A su rebujo, llegan otras torres. Quien pensara que en primera línea de playa ya no cabía un alfiler estaba equivocado. El negocio urbanístico se hace sitio.
Ahora han comenzado las obras de cimentación de la Torre Infinium, que promueve la empresa de Albacete G&P Desarrollos Inmobiliarios. Es otro gigante. Tendrá 20 alturas. Y se alzará en primera línea de la playa del Arenal-Bol y a pocos metros del yacimiento romano de Banys de la Reina.
La parcela es estrecha. Pero en Calp no hace falta mucho terreno para apuntar al cielo. El Plan General permite construir en altura sin límites. Ahora la Asociación Cultural y Ecologista de Calp (ACEC) está recogiendo firmas para exigir al Ayuntamiento que ponga coto a los estirones urbanísticos.
La Torre Infinium se apunta al diseño arquitectónico de vanguardia. Si el nuevo hotel, en el relieve ondulante que tendrá su acristalada fachada (se inspira en una ola o en una vela levemente azotada por el viento), ya marca distancias con muchas torres anodinas que se han levantado en el litoral calpino, este nuevo edificio va en la misma línea. Su fachada juega a la asimetría. La torre la ha diseñado Estudio A2G.
De esta nueva promoción de primera línea sólo se han empezado a poner los cimientos y los apartamentos ya se están vendiendo como churros. Serán 40. La agencia inmobiliaria que los comercializa, Eurohome, asegura que sólo le quedan ocho por vender. Los apartamentos tienen distinto precio según la dimensión de la terraza, que puede ser de 21 o 45 metros. Los primeros se venden a partir de 196.000 euros sin IVA y los segundos, de 197.900 euros.
El urbanismo de Calp ha aprendido de la crisis que las nuevas torres deben hacer un guiño a la arquitectura. Pero no mucho más. El modelo de ocupar la primera línea con edificios cada vez más altos ha salido vivo de la quiebra del ladrillo. Y vuelve a ser rentable. Al «skyline» de Calp le crecen los gigantes.
